Lucy Fariña Matheus https://lucyfarinamatheus.com/ Explora el fascinante mundo de las humanidades a través de los escritos de Lucy Fariña Matheus. Fri, 07 Feb 2025 20:12:14 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://lucyfarinamatheus.com/wp-content/uploads/2025/02/logo_burdedo-75x75.png Lucy Fariña Matheus https://lucyfarinamatheus.com/ 32 32 Sobre el derecho natural y el derecho positivo https://lucyfarinamatheus.com/sobre-el-derecho-natural-y-el-derecho-positivo/ https://lucyfarinamatheus.com/sobre-el-derecho-natural-y-el-derecho-positivo/#respond Wed, 14 Aug 2024 16:00:30 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=4461 Explora cómo el derecho natural y el derecho positivo se han influido mutuamente desde la Edad Media hasta la actualidad, destacando su relación y compatibilidad en el derecho moderno.

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A través de la historia

Numerosos han sido los siglos durante los cuales se ha debatido sobre la supremacía del derecho natural o del derecho positivo. Alrededor del siglo XIII, cuando aún no era un tema álgido, ya hablaba santo Tomás de Aquino sobre la compatibilidad entre ambos derechos y, más adelante, lo sucedería la Escuela de Salamanca entre los siglos XVI y XVII, cuando, luego del Renacimiento y a principios de la Ilustración, se presenció en gran medida la laicización de la mayoría de los ámbitos humanos (arte, literatura, ciencia, entre otros).

A raíz de lo último, el derecho natural perdió su vigor y cobró mayor importancia el derecho positivo, influenciado por el racionalismo y, posteriormente, por el empirismo. No obstante, el derecho natural volvió a colación luego de la Segunda Guerra Mundial, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y su ratificación en 1948, al hacerse patente la necesidad de reconocerle derechos intrínsecos al hombre por ser tal, por tener dignidad, una cualidad inherente al ser humano.

¿Compatibilidad entre el derecho natural y el derecho positivo?

Más allá de la supremacía de uno por sobre otro, cabe preguntarse: ¿es posible compatibilizar el derecho natural con el derecho positivo? A mi entendimiento, sí, es posible compatibilizarlos. Los cuantiosos años de debate sobre el tema han ofrecido argumentos para pensar que sí, y considero que supondría una mejoría tanto en la comprensión del Derecho como en su aplicación.

Entre los siglos XIX y XX, distintos juristas e iusfilósofos debatieron nuevamente sobre la supremacía del derecho natural o el positivo. Hans Kelsen, Herbert Hart, John Finnis, Michel Villey, fueron algunos de los más reconocidos. Y, desde entonces, el debate sigue abierto; sin embargo, parece ser que el derecho natural se ha visto reconocido tácitamente en instrumentos y actos de derecho positivo a lo largo de la historia, como en la antemencionada Declaración Universal, en la Carta Magna de 1215 (Inglaterra), en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776), en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Francia, 1789), en la Constitución de los Estados Unidos (1787), en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969).

Todos aquellos instrumentos positivos reconocen derechos fundamentales, como la vida, la libertad y la igualdad, elementos esenciales del derecho natural. De ello se puede concluir que cualquier instrumento de derecho positivo puede reconocer y, por ende, ser compatible con el derecho natural, al contrario de lo que se piensa en el mundo iuspositivista.

¿Qué es el iuspositivismo y el iusnaturalismo?

Los iuspositivistas, a grandes rasgos, porque hay muchas escuelas de esta filosofía, plantean que el Derecho es una creación meramente humana (proviene de la voluntad del legislador o autoridad competente), que las normas son válidas y obligatorias por el solo hecho de haber sido promulgadas por una autoridad legítima; sostienen fervientemente, además, la separación entre el derecho y la moral. Consideran que la validez de una norma jurídica no está supeditada a principios morales, y que esta puede ser válida a pesar de ser injusta o inmoral.

Los iusnaturalistas, por su parte, plantean que el derecho natural proviene de la naturaleza humana o de una fuente divina; sostienen que los principios naturales son intrínsecos y no dependen de la voluntad humana, ni son una creación del hombre, sino anteriores a él. Ven necesaria la relación entre el derecho y la moral, pues la moral está fundada en los principios naturales y universales, y su objeto es el bienestar del individuo, en el caso de la rama racionalista del derecho natural, o la santidad del ser humano, en el caso de la rama.

Cualquier norma jurídica que viole o lesione esos principios no puede ser considerada como verdadero derecho y, en los casos del iusnaturalismo más “extremo”, se considera que son normas que no deben ser cumplidas por no ser válidas.

Y es que el derecho natural se constituye como aquel derecho que tiene como base la dignidad del hombre, que se fundamenta en la esencia del ser humano para disponer leyes acordes a su existencia y en beneficio de ella. Así, el derecho natural se ve impregnado en las personas y su desenvolvimiento.

Derecho natural: la base del derecho positivo

En otro orden de ideas, advertía Sebastián Contreras Aguirre en su artículo “La derivación del derecho positivo desde el derecho natural en Tomás de Aquino. Un estudio a partir de la Summa Theofagiae y Sentitia Libri Ethicorum” que los principios naturales son solo una parte de la moralidad: reflejan los fundamentos básicos de ella, proporcionan un conocimiento esencial e inmutable, crucial para nuestra vida. No obstante, estos principios adolecen de una gran amplitud cuando se les compara con la naturaleza específica y concreta de las acciones humanas. Los principios naturales no dictaminan lo que se ha de hacer, sino que orientan en el sentido de lo que es básico para cada acción.

Lo anterior quiere decir que no basta solo el derecho natural para regir al hombre y alcanzar la justicia y el bien común; se hace necesario el derecho positivo para concretar los principios naturales, para poder aplicarlos. Sin las leyes positivas, los principios naturales resultarían difíciles de cumplir. Es aquí donde se distingue la causa y el medio: derecho natural y derecho positivo, respectivamente.

Si lo justo positivo se origina en el derecho natural, como plantea Contreras Aguirre en su artículo, entonces el derecho positivo y el derecho natural son compatibles. ¿Por qué se dice que lo justo positivo se origina en el derecho natural? Porque lo que es ampliamente considerado justo por las leyes positivas, principalmente en el mundo occidental y en algunas partes de Oriente, coincide con la preservación de la vida y la dignidad humana, y de esas ideas se desprenden las normas jurídicas, ideas que son anteriores -no temporalmente, sino superiormente- al ser humano.

Dicho lo anterior, se evidencia la relación innegable entre ambos derechos. Es una relación de necesidad, de sinergia, que, al compatibilizarse, produce efectos más completos y beneficiosos.

«Todas las leyes justas derivan su fuerza de la ley natural; y en cuanto se apartan de la ley natural, ya no son leyes sino corrupción de la ley».

 – Santo Tomás de Aquino

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Carta – Sobre Edith Stein, el feminismo y la complementación https://lucyfarinamatheus.com/carta-sobre-edith-stein-el-feminismo-y-la-complementacion/ https://lucyfarinamatheus.com/carta-sobre-edith-stein-el-feminismo-y-la-complementacion/#respond Mon, 01 Jul 2024 17:42:01 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=4446 Abordaje del feminismo de Edith Stein, explorando la naturaleza femenina, los roles de género y la importancia de complementariedad entre hombres y mujeres en la sociedad y la espiritualidad.

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Querido amigo

Un amigo muy querido me compartió un artículo sobre Edith Stein y su feminismo, el cual me suscitó muchas ideas que le compartí en una carta, y que comparto también con ustedes a continuación:

El artículo me pareció increíblemente pertinente para los tiempos que vivimos. Además, es un tema del que, si bien no soy acérrima, suelo opinar y tenerlo muy presente. A Stein solo la conocía de nombre, tristemente no he profundizado en su filosofía, que me parece innovadora para sus tiempos, según pude notar del artículo. Veo que concilia conceptos que generalmente eran (y son) contrapuestos. Sobre ello, tengo varias ideas que comparto y otras que las veo desde un ángulo distinto:

Sobre las mujeres y las labores

En primer lugar, me llamó la atención su posición respecto de los trabajos como aptos para ambos sexos, sin distinción. En este respecto, difiero. Remitiéndome a la realidad, hay trabajos específicos que la naturaleza femenina no puede llevar a cabo; trabajos físicos, específicamente.

Cuando toco ese tema, siempre recuerdo un ejemplo bastante incuestionable que vi en redes, donde mostraban por qué las mujeres no pueden participar en todas las áreas laborales de los hombres; existe una labor en las plantas petroleras donde hombres extremadamente fuertes tienen que encarrilar cadenas de las propias plantas. Eso a un ritmo muy rápido y específico que, de no hacerlo bien, pueden perder extremidades. Así de peligroso es. Es un trabajo que, creo yo, y me tomo la libertad de hacer una generalización, ninguna mujer puede hacer.

Más allá de la posibilidad de que las mujeres puedan asumir la mayoría de los puestos que ocupan los hombres en el mundo laboral, estadísticamente las mujeres tienden hacia labores más humanísticas, que son compatibles con la naturaleza femenina. No digo que una mujer no pueda ser ingeniero, porque, así como bien dijo Stein, las mujeres pueden desempeñar su trabajo con feminidad.

Sobre los roles

Lo anterior lo menciono porque creo en la existencia de roles, tanto en la familia como en la sociedad, esto último incluyendo el área laboral. Así como sostuvo Edith Stein, considero que las mujeres tienen una llamada que atender en cuanto a su naturaleza; naturaleza que necesariamente complementa al hombre, costilla de él. Esto último no quiere decir que el protagonista sea el hombre, y la mujer un mero complemento. Cada quién tiene su rol estelar a su propia forma y manera.

Opino que la feminidad es una cualidad que no se debe separar de la mujer, pues brinda al mundo una belleza que solo las mujeres pueden dar. Es lamentable que en la actualidad se trate de erradicar esta característica inherente a las mujeres, intentando más bien que se apropien de cualidades propias de los hombres. Algo antinatural.

La psicología de Jung aplicada al tema

En el ámbito de la psicología, he seguido últimamente la rama de Carl G. Jung (pueden leer un poco sobre él en mi artículo «Explorando las profundidades de la psique junto a Jung«). En su teoría existen distintos conceptos y arquetipos que pretenden ilustrar la naturaleza y comportamiento de los individuos; el concepto de ánima representa lo femenino en el hombre; se relaciona con el eros. Abarca todo lo que naturalmente se espera de una mujer: la emocionalidad, lo artístico, lo intuitivo, lo sensual, la naturaleza (desde la Madre Naturaleza) y también el aspecto espiritual. De este concepto se desprende el arquetipo femenino más común: la madre. Representa el dar a luz, la crianza (me parece que es más completo el término en inglés nurturing), el amor, el cuidado; lo mencionado se suele ilustrar en la psicología jungiana con los símbolos de la Virgen María o el de la Madre Naturaleza.

Los arquetipos tienen dos caras, una positiva y otra negativa. Esto quiere decir que la cara positiva se manifiesta cuando se lleva a la luz el arquetipo, integrándolo correctamente con la consciencia; y la cara negativa, que se manifiesta en la sombra. Es decir, no hay un reconocimiento de esas características arquetípicas en el Yo (parte consciente y racional de la personalidad), no hay una individuación (integración de la sombra con el consciente). Al no integrar una sombra, se implementan negativamente las cualidades del arquetipo.

En el arquetipo de la madre existe una manifestación desde la sombra, por ejemplo, llamada la madre devoradora, que priva a su hijo de evolucionar desde un niño a una persona madura, un adulto. Es una madre que “ama” a su hijo desde el egoísmo y no de una manera desinteresada (apartada del ego). Todos los aspectos del arquetipo de la madre afectan cómo el hombre se relaciona con otras mujeres y su entorno, desde la empatía y el amor (idealmente); esa relación del hombre se edifica a raíz del vínculo con su propia madre (y otras mujeres importantes en la vida del hombre). He ahí la importancia vital del rol que tienen las mujeres en este mundo y su responsabilidad para con la humanidad.

De desempeñar ese rol con desidia, o, mejor dicho, de desaprovechar el don de la feminidad y la maternidad, se corre el riesgo de que suceda lo que el artículo menciona: “(…) without women, men would become dull, cruel, and inhuman—alienated from what is most fundamental to their own nature, more beast than man”. El hombre se arriesga a sufrir una desintegración psíquica, que es exactamente lo opuesto a por lo que aboga Jung (la integración de la sombra con el consciente), lo que produce que se vuelva voluble, vano, irritable, con resentimientos y sin dominio de su alma. Producto de ello, puede suceder lo que señala Doherty, el autor del texto: los hombres dominarían a las mujeres.

Por otro lado, está el ánimus que, al contrario del ánima, representa lo masculino en lo femenino y está vinculado con el logos. Esto es lo que más se relaciona con el tema del artículo. Naturalmente y en contraposición al ánima, el ánimus se construye con base en el lazo entre padre e hija y otros hombres representativos en la vida de la mujer. Este concepto se manifiesta a través de diversos arquetipos, pero uno de los más conocidos es El Héroe. Representa la fortaleza, la temeridad, la sed de aventura. En la mujer, se expresa como el ímpetu de perseguir sus metas y aspiraciones, de buscar desafíos.

Este arquetipo como sombra (entre otros como El Guerrero y El Amante) es lo que yo veo como un mal generalizado en la sociedad occidental, el desborde -intencional- del ánimus en las mujeres. El llamado a despojarse de las cualidades femeninas y exacerbar las masculinas, abanderándolas. La sombra de El Héroe puede producir un ego inestable, agrandado y frágil, centrado en sí; fomenta la avaricia en gran medida. Así como precisamente dice el artículo: “Without men, women might become superficial and unobjective”. Es un arquetipo en sombra que, a mi parecer, predomina en este mal al que me refiero.

Son aspectos que, en cualquier ser humano, hombre o mujer, son reprochables, pero son más aberrantes (en el sentido natural de la palabra) en las mujeres. Esta alienación de lo que a cada sexo le es inherente, altera el orden natural, según creo, y de ahí se desprenden muchos problemas actuales relevantes, como lo son la destrucción de la familia como institución sagrada y primordial de la sociedad, el hostigamiento y denigración del acto de ser padre (o madre), el desequilibrio emocional y en las cargas en las familias, y la confusión generalizada sobre la propia identidad, por mencionar algunos.

Términos controvertidos

Saliendo ya del tema psicológico, en el que tal vez me centré mucho, quisiera mencionar lo controvertido y difícil de entender adecuadamente de los términos servir y sumisión en lo relativo a la relación de hombre y mujer. Incluso para mí resulta perturbador, de cierta manera, leer esas palabras en ese contexto. Pero es una reacción a priori. En mi mente, ya estaba bosquejada la idea de la sumisión como acto complementario de la mujer al hombre, pero el artículo me ayudó a esclarecer un poco más mi opinión al respecto. Comprendo que, trayendo a colación de nuevo los roles de cada sexo, existe sumisión de cada parte, pero manifestada de diferentes formas. Esto según lo que leí y según las ideas que ya tenía en mente.

Hablando desde un punto de vista más determinista biológicamente, suscribo que el rol del hombre es el de protección y provisión, mientras que el rol de la mujer es el de crianza (en un sentido amplio, incluyendo crianza sobre el hombre. De nuevo, desde el sentido de nurturing) y gestión del hogar. Esto puede parecer un poco rígido y anticuado, pero lo cierto es que creo en que dichos roles se desempeñan con individualidad, es decir, sus expresiones varían según individuos y no son limitantes.

Al igual que Stein, pienso que puede compaginarse el rol natural de la mujer con sus propias aspiraciones, y, del mismo modo, el rol del hombre con sus responsabilidades familiares y afectivas. Así, bajo el concepto de dichos roles, infiero que la sumisión de la mujer se concreta con la aceptación con llaneza de la responsabilidad y dirección del hombre de hacerse cargo de su familia como cabeza de ella, y la sumisión del hombre ante la mujer (y su familia) en precisamente abocarse a cumplir con su rol. De esta manera, al cumplir cada uno con su función social, familiar y espiritual, se obedece también la voluntad de Dios.

En mi experiencia

En mi vida tengo dos referentes que encarnan lo expuesto por Stein en cuanto a la compatibilidad del trabajo con los roles naturales de las mujeres. En primer lugar, está mi mamá, quien ha logrado perseguir sus aspiraciones sin renunciar a su función de madre. Gracias a Dios y a su propia perseverancia, ha podido ascender ampliamente en la pirámide de su área y, a su vez, siempre ha estado para mí. Ha logrado integrar sus vocaciones: la profesional y la materna.

En segundo lugar, está mi tía, a quien admiro mucho. Es una persona que ha logrado compaginar de manera espléndida sus vocaciones, más allá de las dificultades propias de aunar dichos mundos. De forma espectacular, no solo es una madre muy amorosa y preocupada por su familia, sino que es excelente en su trabajo y en el doctorado que está cursando.

Cuando se ven casos así, se pone de manifiesto la belleza de la plenitud de la naturaleza de la mujer. Libre, sostén de la existencia humana en su propia medida, digna de ser admirada en toda su feminidad.

¿Qué es una mujer?

Ahora bien, hablé de la naturaleza, del rol, del arquetipo psicológico, pero ¿qué es una mujer? Esa pregunta que menciona el artículo y que es tan pertinente en los tiempos actuales, dada la deformación de su respuesta. Mi respuesta a esa pregunta es, en principio, un poco naturalista: un ser humano de cromosomas XX. Pero lo que le sigue es todo lo ya explicado. Eso sería lo que yo respondería.

Además, me parece bastante acertado el énfasis que hace el texto en plantearnos también la pregunta ¿qué es un hombre?. Bastante ignorada, como suele suceder con asuntos atinentes al hombre. Suscribo lo que menciona Doherty en su artículo: «Many people have been devoting much thought to feminine nature for some time, but how many have really taken seriously the question ‘What is a man?’ The answer to that, Stein suggests, is not so obvious. Perhaps we have been taking masculine nature for granted, as much as, or more than, feminine nature».

Desde mi perspectiva, se ha dejado al hombre de lado -también intencionalmente– y no solo eso, sino que se le recrimina por ser tal, afectando entonces su naturaleza viril (en vista de los llamados a feminizar a los hombres) tan necesaria para el desempeño de la humanidad, también en su propia medida.

¿Por qué complementarse?

Para finalizar, así como lo hace el texto, me parece más que pertinente recalcar la necesidad de complementación entre hombres y mujeres, posterior a una concienciación de su propia naturaleza. Ya lo ilustré en este escrito de una manera bastante naturalista con la psicología y los roles, pero pienso que no se queda en ese plano la complementación, es también espiritual y divina.

Así como Stein, y según la interpreto gracias a los extractos del artículo, opino que Dios nos hizo hombre y mujer con una naturaleza particular que debe ser satisfecha (fulfilled) en su plenitud, para poder tender al Bien y, como ella menciona, alcanzar la máxima semejanza posible con Dios. Así, la cooperación es vital para encaminarnos hacia el Bien.

 

«Llegará el día que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde» — G. K. Chesterton.

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Nihilismo desentrañado: entre la filosofía y el peligro inminente para la sociedad https://lucyfarinamatheus.com/nihilismo-desentranado/ https://lucyfarinamatheus.com/nihilismo-desentranado/#respond Sun, 28 Jan 2024 21:57:08 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=4350 El texto explora el nihilismo, su origen con Nietzsche y su impacto en la sociedad actual. Analiza el nihilismo activo y pasivo, la voluntad de poder y sus implicaciones sociales.

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El nihilismo es y ha sido epicentro de controvertidas opiniones e interpretaciones desde su nacimiento como filosofía, postulada por Friedrich Nietzsche, filósofo alemán del sigo XIX. Si bien las palabras nihilismo o nihilista habían sido utilizadas como términos anteriormente para denominar a personas que no creían en nada, su acuñación a la filosofía se dio con dicho filósofo. A continuación, analizaremos su filosofía de manera concisa pero lo más completa posible.

Es interesante y pertinente analizar esta corriente que tantas exégesis contradictorias tiene, pues parece que en el presente se ha constituido como una filosofía generalizada en la juventud de las sociedades abiertas, con todo y sus diferentes interpretaciones.

Nietzsche, una trágica vida

Primero, exploremos un poco sobre Nietzsche y sobre las bases de esta filosofía: Nietzsche fue un músico, poeta, filósofo y filólogo alemán nacido en Röcken, un lugar cerca de Leipzig. Tuvo una vida bastante trágica, la muerte de su padre y su hermano menor en años consecutivos lo afectó en gran medida, además de haber padecido una sífilis a temprana edad, que lo perjudicaría profundamente, llevándolo a la muerte en 1900.

Si bien nació en una familia de fe, su padre habiendo sido pastor luterano y él habiendo estudiado teología en algún punto de su vida, luego de las muertes de sus familiares se replanteó todo y, de esa manera, dio inicio al nacimiento de lo que hoy conocemos como nihilismo.

Ideal de Nietzsche

La idea de Nietzsche era criticar las bases de la sociedad occidental en su totalidad; la moral, la ciencia, la religión, el lenguaje, etc. Aseveraba que el hombre estaba enfermo, producto de la estructura occidental, supuestamente establecida por personas débiles y resentidas que generaban personas sometidas, esclavos o siervos, por lo que estaba en contra principalmente de la moral y, en consecuencia, de las religiones. Especialmente las judeocristianas, aunque también de las orientales. Criticaba muy fervientemente la idea del más allá, la vida después de la muerte, diciendo que nos limita y nos priva de vivir la vida terrenal plenamente, siempre esperando la vida ulterior.

¿Qué es el nihilismo?

En cuanto al nihilismo, concretamente, plantea la ausencia de significado objetivo en la vida, de aquel significado trascendental que reina en la sociedad occidental, o de cualquier otro. Alega que no existen verdades objetivas ni morales establecidas, y que las que están instauradas son opresoras, creando una sociedad rebaño. De esta forma, la solución es crear nuestros propios valores y verdades, para alcanzar el ideal, que es el “superhombre”. Critica fuertemente la superposición de la razón por sobre los placeres y deseos, cosa que le atribuye a la filosofía de Sócrates, porque, según él, niega la composición complementaria, aunque contraria, del ser humano.

Nietzsche nos dice que la vida carece de un significado trascendental objetivo, por lo que las religiones nos están mintiendo y limitando al establecer ellas uno. Esto también porque no existen las verdades ni moral objetivas, elementos que deben ser dejados en las manos de los propios individuos para poder ser verdaderamente libres.

Dios ha muerto

Asevera que la decadencia de Occidente es una realidad, ya que “Dios ha muerto”, como expone en su libro Así habló Zaratustra, refiriéndose metafóricamente a que todo lo que se desprende de él (moral, valores, religión, entre otros), está desmoronándose.

Nihilismo activo y pasivo

Dicho lo anterior, nos muestra dos posibles respuestas ante la presencia del nihilismo, que vendría siendo la ausencia de todo lo establecido, es decir, la nada: nihilismo activo y nihilismo pasivo. El primero consiste en el empoderamiento basado en esta ausencia de sentido, planteado de una forma similar a una tabula rasa, bajo el cual el individuo crea su propio esquema de valores y verdades, y la cúspide de su vida son sus ambiciones y deseos. Mientras que, el segundo, se basa en una aceptación radical del sinsentido de la vida y de la destrucción de los valores y verdades que conocía, llevándolo así a tendencias autodestructivas.

La interpretación más conocida del nihilismo es la segunda opción mencionada anteriormente, que causa desesperación y desesperanza, donde los sentimientos negativos son la esencia del individuo. Sin embargo, pocos conocen el “antídoto” que plantea Nietzsche contra el nihilismo pasivo, el cual se puede comprender entre la teoría de la voluntad de poder y la del superhombre, contenidos en el nihilismo activo.

Voluntad de poder

La voluntad de poder se entiende como aquella tendencia de todo lo existente a crecer, expandirse e imponerse. Esta, en el nivel humano, se caracteriza por el ímpetu del hombre de cumplir sus ambiciones y deseos, los cuales deben seguir creciendo y renovándose para poder así expandirse e imponerse a la vida, si no nos seguimos expandiendo y acumulando logros, morimos, metafóricamente hablando.

Superhombre

Ahora bien, el superhombre es la cúspide del nihilismo activo. Es la realización del hombre. Se refiere la aceptación de que Dios ha muerto, al despojo de todas las verdades y morales preconcebidas, a la creación de valores propios que se alineen con las ambiciones individuales y la expansión de uno mismo hacia ellas.

¿Es suficiente el nihilismo ante la vida?

Debo admitir que, cuando fui atea, coincidía con la filosofía del nihilismo activo sin saberlo. Al no tener un Dios al que admirar y tener como norte, las ambiciones y deseos propios se vuelven tu dios. No negaré que, en momentos de calma, es increíblemente motivador el tener las ambiciones en el escalón más alto del ser. No obstante, en los momentos más difíciles, estas ambiciones pierden sentido, haciendo así que te desplomes con ellas.

Nietzsche plantea un nivel de disciplina y resiliencia que difícilmente se pueden mantener en momentos de adversidad. A mi parecer, el hacer de las ambiciones propias nuestro dios es algo muy inestable, voluble, al igual que diseñar tu propio sistema de valores. Es algo que roza lo arbitrario y egoísta.

Me explico: si optamos por fijar en lo más alto algún deseo que tengamos, sea algo material o de crecimiento personal, ese algo es susceptible de cambio y de modificaciones nuestro antojo, lo que lo hace inestable. Esto puede conducir incluso a la desesperanza, al nihilismo pasivo, pues la carencia de estabilidad puede generar desaliento; de hecho, para ilustrar y si somos un poco más extremistas, una persona que tenga por ambición estar en la cima de la jerarquía de su empresa y caiga en depresión, algo muy natural, le perderá el sentido a aquel objetivo y quedará desamparado.

En esas situaciones es muy complicado e improbable mantenerse impasible, de hecho, la naturaleza de padecer depresión es todo lo contrario, por lo que aquella resiliencia y disciplina de las que habla Nietzsche son simplemente inaplicables. En cambio, asumiendo un significado trascendental de la vida o uno personal no basado en caprichos y deseos, el ser humano se planta con firmeza en la vida, siendo más estable aquello en lo que nos apoyamos, y esto es algo que brindan, por ejemplo, las religiones o filosofías como el absurdismo, según yo lo interpreto.

Nihilismo y sociedad

Por otro lado, la idea de construir las propias verdades y moral es igual de inestable que el superhombre, además de peligroso para la sociedad. Su planteamiento es bastante constructivista y concuerda plenamente con la muerte de Dios según él. Sin embargo, expone que esto supone ser libre.

La peligrosidad del constructivismo recae en el libertinaje que trae consigo, además de la desorientación de los individuos en la sociedad, la colisión de múltiples realidades autoconstruidas que tienen que ser igual de válidas entre sí, la pérdida de norte y predominancia de la destrucción e ignorancia de realidades objetivas.

El libertinaje, producto de la creación de verdades subjetivas y arbitrarias, es algo observable en la sociedad occidental hoy día, y podemos ver que solo la perjudica. Gracias al diseño caprichoso de aquellos elementos, somos testigos de la pérdida de estabilidad en definiciones que han sido inmutables desde tiempos inmemoriales, comprobados científicamente, además, que han ayudado a guiar a la humanidad, como lo son las definiciones de lo que es ser hombre o mujer. Especialmente el término “mujer”. Se evidencia en la ruptura de verdades objetivas como lo son la edad, el sexo y la ciencia, y en la sustitución de aquellas por tantas verdades como individuos existan.

Desde mi punto de vista, el nihilismo ha permeado en la juventud de las sociedades abiertas occidentales, las cuales también han instaurado el ateísmo como nueva religión. Han decidido cortar de raíz todas las bases de Occidente. Puede ser tanto el nihilismo pasivo como el activo, de igual manera resulta desalentador e inestable, e incluso ingenuo y hasta infantil. Pero, sobre todo, egoísta, al creer que el hombre es el centro del universo, el creador de verdades, el dictador de morales y razón suficiente para trascender.

Nietzsche tuvo ideas que pudieron haber sido rescatables si no las basara en la destrucción de lo ya establecido y en la inestabilidad del hombre, como, por ejemplo, la idea de la voluntad de poder. Esta podría resultar útil si se comprendiese como una fase dentro del ser humano que, junto a aquel sentido ulterior, conforman el ímpetu que lo mueve para conseguir objetivos, los cuales no serán precisamente su dios, pero sí una parte importante de su vida terrenal.

Lucha por Occidente

El nihilismo como filosofía es una que se debería estudiar muy a fondo, para saber precisamente en lo que no se debe caer. Analizarla con ojo crítico y rescatar lo salvable de ella. La alternativa que ofrece a la existencia con significado no es muy alentadora ni estable. Hoy más que nunca debemos luchar contra él en pos del individuo y de Occidente, proteger nuestros pilares basados en la dignidad humana, la vida y la libertad con sentido y responsabilidad. Hay que dejar de renegar de la historia y la ciencia, instruirse en ellas y valorar todo lo que hemos logrado como sociedad.

«Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo». G. K. Chesterton.

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Explorando las profundidades de la psique junto a Jung https://lucyfarinamatheus.com/explorando-las-profundidades-de-la-psique-junto-a-jung/ https://lucyfarinamatheus.com/explorando-las-profundidades-de-la-psique-junto-a-jung/#respond Wed, 24 Jan 2024 19:55:16 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=4247 Este texto desentraña la fascinante psicología de Carl Jung, revelando los misterios del inconsciente colectivo, arquetipos, sombra y sincronicidad; explora las críticas y la impactante influencia de Jung.

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Carl Gustav Jung, psiquiatra y psicólogo suizo del siglo XX con gran reputación en la psicología, fue el pionero de la psicología analítica. Jung comenzó en el campo del psicoanálisis junto a Sigmund Freud, pero tomó un camino distinto en su teoría eventualmente, dando así génesis a la psicología analítica (no confundir con psicoanálisis).

Carl plantea una perspectiva de la psicología muy curiosa, completa y extensa, que permite comprender la complejidad del ser humano en su más pura condición. Aquí, estaremos explorando las profundidades de la psique junto a Jung.

¿Qué entendemos por psicología jungiana?

Comencemos por ilustrar en qué consiste la psicología jungiana: Carl contempla la psique de una manera más amplia y elaborada de lo que lo hacía Freud. Esta corriente está conformada por pilares esenciales, como lo son el inconsciente colectivo, los arquetipos, la sombra, la individuación y la sincronicidad. Sobre estos pilares se erige la quintaesencia humana.

El inconsciente colectivo

En cuanto al inconsciente colectivo, Jung propone que la sociedad comparte elementos y patrones que trascienden la cultura y las generaciones. Este inconsciente está conformado por los arquetipos y los impulsos, y se manifiesta de manera no consciente, influyendo en decisiones y el actuar humano. A su vez, el inconsciente colectivo se refleja en mitos y símbolos que están presentes en todas las culturas y generaciones. Esto lo afirma basándose en sus estudios mitológicos y del folclor.

Los arquetipos

Para complementar la idea del inconsciente colectivo, explicaré el segundo pilar que conforma esta corriente psicológica: los arquetipos. Estos consisten en símbolos e imágenes universales que encarnan sentires, emociones y experiencias humanas básicas. Ellos son una especie de molde o plantilla que encierran características presentes tanto en la sociedad y la cultura, como en el individuo mismo. Algunos de los principales arquetipos son:

      1. El ánima, que supone lo masculino en la mente femenina;

      1. El ánimus, que supone lo femenino en la mente masculina;

      1. El héroe, fascinante figura contrapuesta a la sombra. Lucha constantemente contra ella y la limita, buscando desentrañarla. 

      1. El sabio, quien se ocupa de iluminar y guiar al Héroe en su travesía.

      1. La madre, que se encarga de permitirnos reconocer o identificar comportamientos e imágenes asociadas con la maternidad.

      1. El padre, quien supone una guía de supervivencia en la vida, basándose en el propio ejemplo.

      1. La sombra, que representa todo aquello que reprimimos y guardamos en nuestro inconsciente, bien porque lo reprobamos o porque lo ignoramos.

      1. La persona, la cual plasma nuestra imagen pública, aquella que presentamos a los demás y es socialmente aceptable. Suele confundirse con la verdadera identidad de la persona.

      1. El “trickster”, quien subvierte las normas establecidas, comúnmente las sociales. Padece una ambigüedad moral que pone en perspectiva los significados del bien y el mal; también puede ser el impulsor de cambios y lecciones aprendidas de dichos cambios.

    Todos estos arquetipos son parte tanto del inconsciente colectivo como del individuo. Un ejemplo clásico del arquetipo del héroe en el contexto colectivo es la historia de Aquiles en la mitología griega. Aquiles es un guerrero valiente y habilidoso que lucha en la Guerra de Troya. Personifica características heroicas como coraje y fuerza. En el mismo sentido, a nivel individual, el arquetipo del héroe puede manifestarse en la vida de una persona que enfrenta desafíos personales y supera adversidades.

    La sombra

    Por otro lado, nos concentraremos ahora en la sombra, que tiene un papel protagónico en esta psicología, la cual resalta por sobre los otros arquetipos. Este rasgo de la mente humana representa un aspecto muy difícil, e incluso doloroso de enfrentar. Comprende aquellas emociones, sentimientos, cualidades y características reprimidos, bien sea por desaprobación personal, por desaprobación social/cultural o por la propia ignorancia de la existencia de ellos. No solo abarca cualidades negativas, también alcanza cualidades positivas que han sido reprimidas o ignoradas por un motivo u otro.

    Para ilustrar la sombra, se puede poner de ejemplo la ira reprimida, la cual se podría encontrar dentro de una persona que, constantemente, se esfuerza por ser complaciente y amable. Puede ser también frustración. También están la envidia, miedos, los deseos no reconocidos que pueden morar, por ejemplo, en una persona con una moralidad rígida e inamovible, quien puede tener deseos que vayan en contra ella. Nos encontramos, a su vez, con la creatividad y cualidades positivas reprimidas; por ejemplo, si una persona se percibe a sí misma como lógica, es probable que pueda estar ignorando o marginando aspectos creativos en su inconsciente. Sucede así con incontables aspectos.

    La individuación

    Ahora bien, la individuación vendría siendo el meollo del asunto, el propósito de esta psicología. Este es un proceso de integración y de búsqueda de equilibrio entre la sombra y el resto de arquetipos, conformando así un Yo pleno que satisfaga el “sí-mismo”. Para definir bien la individuación, hay que señalar primero qué son el Yo y el sí-mismo:

        • Yo: se refiere a la parte consciente de la psique que experimenta y reflexiona sobre el mundo. Es aquel segmento consciente que directamente toma decisiones y experimenta la vida cotidiana basado en la percepción consciente. Además, se ocupa de la construcción de la identidad individual, relacionándose así con el ego y la autopercepción.

        • Sí-mismo: es, concretamente, la totalidad de la psique. Este busca establecer un equilibrio en todos los aspectos de ella, reconciliando los opuestos que posee. Es, además, el epicentro de la individuación, donde se concreta la integración de los aspectos inconscientes con los conscientes y se alcanza la autorrealización.
      Dicho lo anterior, la individuación se comprende como aquel viaje personal que pretende integrar el Yo, con todos sus aspectos conscientes, la sombra y el resto de arquetipos para, de esta manera, satisfacer al sí-mismo y alcanzar la autorrealización, que supone el máximo potencial de las personas. Para Jung, esto último era muy importante.

      La sincronicidad

      Para finalizar con los pilares de la psicología jungiana, nos adentraremos en la sincronicidad. Esta consiste en la simultaneidad de sucesos internos y externos que no tienen una causa aparente, pero sí una relación. De esta manera, se ilustra una conexión entre el mundo interno (la psique) y el externo. Jung, a modo de ejemplificación, relató en su ensayo “La interpretación de la naturaleza y la psique. La sincronicidad como un principio de conexión acausal” lo sucedido en una sesión con una paciente: esta le estaba narrando un sueño en el que participaba un escarabajo y, casualmente, aunque no causalmente, escucharon un golpeteo en la ventana; Jung se acercó a ver qué era y, para su sorpresa, ¡era un escarabajo!

      Jung nos explica a raíz de ese suceso que un evento casual como ese, puede tener una significación simbólica para la persona; en este caso, la paciente. Así las cosas, Carl sostenía que la sincronicidad es un fenómeno que da así orientación y significado a la vida mediante la comunicación entre el consciente y el inconsciente.

      Tipos psicológicos

      Jung también exploró lo que llamó “tipos psicológicos” en su libro que lleva el mismo nombre. En él, indagó acerca de las dimensiones de la personalidad y las clasificó en dos grupos: la introversión y la extroversión, la intuición y la sensación. El primer grupo se diferencia en que los extrovertidos se centran en el mundo exterior, mientras que los introvertidos se centran en sus propios sentimientos y pensamientos. El segundo, en que la intuición se basa en las propias percepciones y presentimientos, y, por otro lado, los sensores se basan en la información que perciben a través de sus sentidos. De ese modo, agrupó lo que serían los 4 tipos psicológicos básicos:

          • Introversión intuitiva (IN): son personas reflexivas e imaginativas, que se enfocan en las ideas y el potencial.

          • Extroversión intuitiva (EN): tienden a ser personas carismáticas e innovadoras, cuyo interés son las posibilidades y la gente.

          • Introversión sensorial (IS): son personas tranquilas y reservadas, que se centran en el detalle y la experiencia práctica.

          • Extroversión sensorial (ES): son personas sociables y aventureras, centradas en la acción y la experiencia física.

        Myers-Briggs Type Indicator

        De la teoría de los tipos psicológicos de Jung, nació una teoría que se conoce como pseudo psicológica cuyas siglas son MBTI (Myers-Briggs Type Indicator), ideada por Isabel Briggs Myers y su madre, Katharine Cook Briggs. Ellas tomaron la idea de los tipos y agregaron dos grupos más: sentimiento o pensamiento y juicio o percepción. Las principales diferencias entre cada grupo son que, en el primer caso, el sentimiento se basa en consideraciones personales y valores para tomar decisiones, mientras que el pensamiento se basa en la lógica y el análisis objetivo. La distinción entre el segundo grupo radica en que el juicio se basa en estructurar la vida y la toma de decisiones, y la percepción mantiene las opciones abiertas y se adapta a las circunstancias. De este modo, crearon cuatro tipos psicológicos más:

            • Sentimiento juicioso (FJ): son personas propensas a ser comprensivas, compasivas y serviciales, pero también pueden ser manipulativas y controladoras.

            • Pensamiento juicioso (TJ): suelen ser personas organizadas, eficientes y metódicas, en casos inflexibles y autoritarias.

            • Sentimiento perceptivo (FP): son personas creativas, expresivas e independientes. También pueden ser indecisas y emocionales.

            • Pensamiento perceptivo (TP): tienden a ser personas analíticas, racionales e independientes; pueden ser distantes y difíciles de entender.

          Críticas a Jung

          En otro orden de ideas, la psicología jungiana, si bien ha sido abiertamente aceptada, tiene sus críticas. La mayoría de estas se basa en el rigor científico; alegan que no hay suficiente base empírica para comprobar sus proposiciones, dado el tenor abstracto de sus argumentos y, por esto mismo, exponen que es incomprobable. Además, critican su calidad no determinista; Jung creía en la libertad y elección personales, mientras que otros proponen que la psicología viene determinada por diversos factores que, inevitable e inconscientemente, coaccionan nuestro actuar. También arguyen que su teoría es difícil de aplicar por la cantidad de simbolismos y abstracciones que contiene.

          Sin embargo, la influencia de Jung en la psicología ha tenido un alcance tremendo, revolucionando así el psicoanálisis de Freud. Su comprensión tan completa del ser humano ha brindado herramientas a psicólogos a lo largo y ancho del mundo, muy a pesar de que se diga que no se puede aplicar su idea.

          En defensa de Jung

          Esta psicología proporciona un enfoque centrado principalmente en la persona en su totalidad, así como en su libertad. El hecho de que la teoría sea abstracta no implica que no se pueda comprender ni aplicar; su base en mitos, símbolos y folclor puede ser útil para comprender aspectos complejos sin caer en el reduccionismo, aportando de esta manera herramientas para abordar cuestiones psicológicas y existenciales desde una perspectiva holística.

          También hay que comprender dos cosas: en primer lugar, que sigue existiendo el debate infinito sobre si la psicología es una ciencia o no, precisamente por lo difícil que es comprobar las teorías científicamente, lo que hace que la exigencia de demostraciones empíricas sea absurda, y, en segundo lugar, que la conciencia y la psique siguen siendo un misterio. Pueden leer sobre la conciencia y su naturaleza en mi artículo “Razón y apología de lo suprafísico: una forma de creer”.

          Es innegable el legado jungiano y cabe decir que sus aportes han ayudado a miles de personas. No hay que ir muy lejos para comprobar o identificar los arquetipos presentes en uno mismo, los demás y la sociedad, y tampoco se pueden negar los aspectos reprimidos del ser. Lo que él presenta es una descripción de patrones y una solución a aquellos problemas que suscitan en la vida del hombre.  Más allá de la falta de pruebas científicas y de su abstracción, su teoría es bastante completa, apuntando a la comprensión total del ser humano para poder ayudarlo a alcanzar su máximo potencial.

          «Toda vida humana contiene un potencial; si ese potencial no es alcanzado, entonces esa vida ha sido desperdiciada». — Carl Gustav Jung.

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          Camus y Nietzsche: un breve análisis del desencuentro existencial https://lucyfarinamatheus.com/camus-y-nietzsche-un-breve-analisis-del-desencuentro-existencial/ https://lucyfarinamatheus.com/camus-y-nietzsche-un-breve-analisis-del-desencuentro-existencial/#respond Wed, 24 Jan 2024 01:11:37 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=4190 Nihilismo y absurdismo abordan el sinsentido de la vida. Nietzsche y Camus difieren en respuestas: apatía nihilista frente a la revuelta activa, libertad y significado personal del absurdo.

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          Se podría alegar que la vida, en su sentido más general, carece de sentido intrínseco. Existen corrientes filosóficas que desarrollan esta idea de manera detallada, como lo hacen el nihilismo y el absurdismo. Son corrientes que podrían confundirse y equipararse, sin embargo, existen grandes diferencias sustanciales. Así, nos adentraremos en Camus y Nietzsche, un breve análisis del desencuentro existencial.

          Nihilismo

          Comenzaré por hablar sobre el nihilismo: Friedrich Nietzsche fue el mayor exponente de esta corriente, que sostiene la inexistencia de sentido intrínseco en la vida, la ausencia de valores morales y verdades objetivas, y aboga por la creación de verdades y morales subjetivas (lo cual, por cierto, nos empuja en la dirección del constructivismo social).

          El nihilismo nos hace propensos a experimentar un vacío existencial y apatía dado el sinsentido de la vida como lo perciben; o bien, nos invita a sumergirnos en cierto libertinaje donde cada persona crea, desde su subjetividad, valores autodefinidos y significados arbitrarios.

          Absurdismo

          Por otra parte, tenemos a Albert Camus y la filosofía del absurdo o “absurdismo”. Esta filosofía plantea también la carencia de sentido trascendental intrínseco a la vida, pero hasta ahí llega su coincidencia. El absurdismo consiste en la aceptación no pasiva del absurdo de la vida (la contrariedad entre la búsqueda de sentido en la vida y la indiferencia del universo ante ello), ejerciendo la “revuelta” o rebelión ante aquello, encontrando un sentido propio en la lucha contra el absurdo y encontrando también la felicidad en ella.

          El absurdismo ofrece una forma entusiasta de ver el sinsentido de la vida, proponiendo un punto de partida para que cada uno, a través de la libertad ganada mediante la aceptación del absurdo, se despliegue en su vida, en respuesta a él, como mejor considere a pesar de las circunstancias. Lejos de caer en la desesperación, nos ofrece una solución para hacerle frente a tal cuestión existencial.

          Enfrentamiento contra las adversidades

          Ante las adversidades, el nihilismo frecuentemente se asocia con indiferencia o apatía hacia estas, desconociendo el significado esencial que puedan tener. Si bien aboga por la libertad individual en respuesta a ellas, lo hace desde un punto de vista donde no hay moral ni valores establecidos, sino que son creados por la propia persona, dejándola así en una especie de vacío que puede generar desesperanza. Dada su apatía, comúnmente ven cualquier esfuerzo como inútil.

          Dicho lo anterior, el absurdismo plantea que las adversidades pueden intensificar la percepción del absurdo inherente a la existencia humana. Sin embargo, reconoce la inevitabilidad de estas y propone una respuesta activa y tenaz ante ellas. De esta manera, se dota de significado a las adversidades a través de la revuelta contra ellas.

          La libertad

          En cuanto a la noción de libertad, como mencioné anteriormente, el nihilismo cae en el libertinaje, producto de la carencia total de propósito o significado. En cambio, la filosofía del absurdo percibe la libertad en términos de la posibilidad de responder al absurdo de la manera en que mejor consideremos, mientras esto suponga la apropiación de la realidad y, como consecuencia, la felicidad encontrada en ella.

          Sobre la resignación

          Una diferencia fundamental entre ambas corrientes es la resignación; mientras que el nihilismo se somete a la aceptación radical del sinsentido, el absurdismo plantea una rebelión o revuelta para hacer algo al respecto.

          Los valores

          Ahora, mientras que el nihilismo derriba cualquier noción de sistema de valores y lo deja a discreción del individuo, Camus abogaba por la ética basada en el respeto a la vida y a la libertad individual (con responsabilidad).

          La idea de voluntad de poder

          Si bien es cierto que Nietzsche plantea la “voluntad de poder” como una respuesta ante la carencia de sentido, es insuficiente para darle sentido a la vida. Es tan subjetivo que no supone algo sólido para apoyarse en los momentos más difíciles. La voluntad de poder, explicada como la tendencia de todo lo existente a crecer, desarrollarse y expandirse. Reflejado en humanos, supondría las ambiciones, superación personal y necesidad de imponerse a otros.

          Por más que se facilite aquella idea como un antídoto contra la desesperanza y desesperación características del nihilismo, si dicha voluntad de poder no se ata a algo plausible o sano, es inevitable la caída en él. El relativismo moral y constructivismo social típicos de esta corriente juegan un papel importante en esta idea, pues si no tenemos un marco o una estructura y todo se vale, la vida se nos vuelve arena movediza y, por más que intentemos darle un sentido, simplemente no tendremos dónde atinarle.

          Aquí es cuando Camus nos ofrece aquel baluarte del cual nos podemos apoyar para no perder el norte, que nos permite brindarle un sentido propio a la vida. Esto último logrado a través de la incansable pero satisfactoria lucha contra el sinsentido.

          El desencuentro existencial

          Así, notamos las grandes diferencias existentes entre Camus y Nietzsche, a pesar de que tengan el mismo punto de partida, se pone de manifiesto el contraste entre una vida que carece absolutamente de sentido y aquella que nos brinda la oportunidad de encontrarlo.

          «La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo». — Albert Camus.

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          Estoicismo y lo absurdo: un dúo de resiliencia https://lucyfarinamatheus.com/estoicismo-y-lo-absurdo-un-duo-de-resiliencia/ https://lucyfarinamatheus.com/estoicismo-y-lo-absurdo-un-duo-de-resiliencia/#comments Wed, 24 Jan 2024 01:05:06 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=4183 Sumérgete en la filosofía estoica, donde resiliencia, virtud y autocontrol guían la vida. Encuentra similitudes con el absurdismo de Camus, abrazando la confrontación de la realidad y la búsqueda de sentido.

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          El estoicismo fue una escuela de filosofía, originalmente griega, fundada en el siglo III a. C. por Zenón de Citio. Sin embargo, esta escuela alcanzó su auge en la Roma antigua. Sus más reconocidos exponentes fueron Séneca, Epicteto y el gran emperador romano Marco Aurelio.  

          Los pilares del estoicismo

          La filosofía de esta escuela se basa, esencialmente, en lo que hoy se conoce como resiliencia. Tiene varios pilares que la hacen una corriente increíblemente alentadora y sensata en cuanto a la adaptación a la realidad. Estos se centran en la importancia de vivir de acuerdo con la naturaleza y la razón, aceptando los eventos que no se pueden cambiar y actuando con virtud en todas las circunstancias.

          Exponen que lo que podemos controlar está dentro de nosotros, lo que está afuera es responsabilidad de aquello mismo. Es decir, no debemos molestarnos por los actos de alguien, ya que no los podemos controlar y, además, son consecuencia para ellos mismos. Lo que nos molesta es la opinión propia sobre los hechos, no los hechos en sí. Entonces, para tener sosiego, nos desprendemos de aquella opinión.

          En el mismo orden de ideas, se presenta la indiferencia ante el dolor y placeres. Esto, para que nuestra felicidad y autorrealización no dependan de lo externo, sino que recaigan meramente en lo que se encuentra dentro de nosotros, lo que precisamente podemos controlar. Lo anterior, lejos de la negación de los placeres y evitación del dolor; lo que nos indican es que debemos enfrentar el dolor y disfrutar de los placeres con virtud.

          Para los estoicos, la virtud supone un bien supremo base de toda vida plena. Esta virtud contempla cualidades como la sabiduría, la justicia, la templanza y el coraje, y también implica vivir de acuerdo con la razón. Aunado a esto, proponen la disciplina y autocontrol como eje fundamental del hombre pleno. Abogan por la moderación en todas las cosas y por la capacidad de resistir las pasiones y los impulsos irracionales.

          Resiliencia, absurdismo y estoicismo

          A mi parecer, podemos encontrar cierta relación entre la resiliencia del absurdismo de Camus y la resiliencia de los estoicos en cuanto a la confrontación de las adversidades y la aceptación de las circunstancias se refiere. Camus nos expone, como mencioné en un artículo anterior titulado “Sísifo y el absurdo, un ejemplo de resiliencia y libertad”, la aceptación de las circunstancias, pero no de una manera pasiva, sino a través de la rebelión contra el absurdo, la cual nos dota de libertad de acción frente a ellas. Del mismo modo, los estoicos plantean una aceptación que, si bien se basa en la serenidad ante las adversidades, nos brinda libertad de acción al discernir entre lo que podemos controlar y lo que no; de este modo, podemos elegir cómo actuar ante cualquier circunstancia que se presente en ambos casos.

          Ahora bien, los estoicos estaban lejos de considerar la vida un absurdo. Veían la realidad como un orden cósmico y buscaban vivir de acuerdo con la razón y la naturaleza, además, buscaban también encontrar sentido a través de la virtud. Aquí encontramos un contraste con Camus, quien planteaba la contradicción entre la búsqueda de sentido en la vida y la indiferencia del universo ante esto como el absurdo. El sentido de la vida que Camus plantea es el que uno le da personalmente a través de la lucha contra el absurdo, sin basarse en algún esquema de virtudes para ello.

          Resiliencia como antídoto

          Estas dos corrientes valen la pena explorarlas, pues nos brindan rectitud y esperanza, sin faltar la resiliencia, ante el caos moral y existencial que azotan a la humanidad actualmente. La rectitud se consigue mediante el estilo de vida estoico que hace crecer el espíritu a través de las adversidades, la serenidad y la disciplina; la esperanza, mediante la filosofía del absurdo que nos permite encontrar sentido aun en aquello que, aparentemente, no lo tiene. Finalmente, conseguimos la resiliencia al integrar ambas corrientes, formando un antídoto contra el nihilismo (al cual me refiero en mi otro artículo “Nihilismo desentrañado: entre la filosofía y el peligro inminente para la sociedad”) y alcanzando nuestro máximo potencial.

          «Cuanto mayor es la dificultad, más gloria se obtiene al superarla. Los pilotos hábiles obtienen su reputación en las tormentas y las tempestades». — Epicteto

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          Sísifo y el absurdo: un ejemplo de resiliencia y libertad https://lucyfarinamatheus.com/ejemplo-de-resiliencia-y-libertad/ https://lucyfarinamatheus.com/ejemplo-de-resiliencia-y-libertad/#respond Tue, 23 Jan 2024 15:00:37 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=4123 Sísifo, el mito griego, revela resiliencia y libertad. Albert Camus explora el absurdo y la felicidad en la tarea interminable. Encuentra sentido y libertad, haciendo propias las adversidades.

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          El mito de Sísifo es un mito griego bastante interesante si se le mira desde una perspectiva más profunda de la que se presenta a simple vista. Explicado de manera muy sucinta, Sísifo fue castigado por los dioses dada su astucia y engaño, y su castigo eterno consiste en empujar una piedra cuesta arriba hasta la cima de una montaña, solo para verla rodar hacia abajo una y otra vez. Sísifo es un ejemplo de lo que hoy conocemos como resiliencia y libertad.

          Este mito fue examinado y analizado por distintos personajes a lo largo de la historia, sin embargo, el análisis más famoso es el que realizó Albert Camus, filósofo argelino. Él nos presenta la idea de que Sísifo, en su tarea infinita, encarna la libertad y, además, dice: “uno debe asumir que Sísifo es feliz”. Se basa en la filosofía del absurdo, que tanto argumentó a lo largo de su vida.

          El absurdo

          Ahora bien, cabe preguntarse: ¿cómo es posible ser feliz al ser condenado a una tarea tan fútil por el resto de la eternidad? La respuesta tan perspicaz que nos ofrece es que, Sísifo, al hacer suya la tarea de subir la roca cuesta arriba y verla caer al llegar a la cima, está ejerciendo lo que él plantea como una rebelión contra el absurdo, lejos de la resignación y aceptación radical. Esto se logra mediante la dotación de sentido propio al absurdo de la vida.

          Nos planteamos entonces tres preguntas: ¿qué es el absurdo?, ¿a qué se refiere con hacer suyo el castigo? Y ¿por qué habría que asumir que Sísifo es feliz en tan inútil situación? Al responder estos cuestionamientos, estaríamos dándole sentido al absurdo, precisamente.

          El absurdo al que se refiere Camus se desprende de una filosofía existencialista, y se puede explicar en palabras simples: es la contrariedad que existe entre la búsqueda de sentido de la vida y la indiferencia del universo ante aquello. Planteado esto, él nos propone darle un sentido propio para rebelarnos contra este vacío existencial.

          La vida consiste en la búsqueda de sentido propio mediante la lucha contra el absurdo y la aceptación del sufrimiento como parte esencial de ella. De esta manera, nos concedemos la libertad. Se puede relacionar con la famosa frase: “no escogemos las cartas que nos son dadas, pero sí elegimos cómo jugarlas”. Así, somos libres de obrar a pesar de las circunstancias, alejados de la preocupación de escondernos de las adversidades, y con ímpetu para rebelarnos contra ellas.

          Ahora, el “hacer suya” la tarea tiene todo que ver con lo explicado anteriormente. Se refiere a adaptarse con resiliencia a las condiciones establecidas y dotarla (la tarea) de un sentido personal. De tal modo, se puede asumir que Sísifo es feliz, pues habría encontrado una significación personal en su imposición. Además, hay que destacar lo que resalta Camus en su libro “El mito de Sísifo”: la felicidad se encuentra en el esfuerzo, en la lucha, y no en el resultado. Entonces, Sísifo estaría contento con el solo hecho de empujar la piedra por la pendiente.

          Hacer nuestras las adversidades

          Esta filosofía del absurdo y el mito de Sísifo son planteamientos que resultan increíblemente apaciguadores y reconfortantes en medio del caos que caracteriza a la vida. Nuestra vida es, constantemente, una reproducción de la labor de subir la roca y verla caer. Lo vemos en los fracasos (de los cuales se aprende, por ende, nunca fallamos) y en las tareas que desarrollamos diariamente, para, al día siguiente, hacer más. Estas situaciones serían increíblemente deprimentes si no tuviésemos un sentido personal.

          Las adversidades podrían suponer un gran desincentivo para nosotros, pero, al encontrar ese sentido propio, les encontramos también propósito a ellas. Camus exponía que el sufrimiento es parte esencial de la vida, y, al aceptarlo como tal, podemos ejercer la libertad. Dejamos de tratar de evitar lo inevitable (el sufrimiento) y podemos elegir vivir y responder a ello de la forma en que consideremos.

          Albert dijo: “La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de rebelión”. No debemos dejarnos vencer por las adversidades, por aquella piedra que hay que empujar incansablemente, sino rebelarnos contra ellas y hacerlas nuestras.

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          Más allá de las dudas: explorando los misterios de la fe y la razón cristianas https://lucyfarinamatheus.com/fe-razon-cristianismo/ https://lucyfarinamatheus.com/fe-razon-cristianismo/#respond Sun, 21 Jan 2024 15:21:51 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=3606 Antony Flew, ex ateo inglés, elogia al cristianismo como la religión más digna de respeto. N.T. Wright, en "Dios Existe", presenta pruebas de la resurrección de Jesús, desafiando escepticismos y destacando la conexión única del cristianismo con la divinidad.

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          Antony Flew, un filósofo inglés ex ateo, muy audaz y valientemente, pero concuerdo con él, afirma: “(…) pienso que el cristianismo es la religión que más claramente merece ser honrada y respetada, tanto si su pretensión de ser una revelación divina es verdadera como si no lo es”.

          En ello, no solo reconoce lo trascendental y hazañoso que ha sido el cristianismo a lo largo de su existencia, sino que también se abre a la posibilidad de que, en efecto, haya habido una revelación. No olvidemos que él fue ateo por alrededor de 60 años, con una trayectoria y argumentos implacables mientras lo fue. Este cambio es simplemente asombroso y no puede pasar desapercibido, aunque su conversión al teísmo haya sido pasada por alto en Hispanoamérica.

          N. T. Wright, las pruebas y la fe

          En el apéndice final del libro “Dios Existe”, de Flew, este le cede la palabra a N. T. Wright, obispo de Durham, historiador y exégeta neotestamentario, para que explique por qué deberíamos creer en Jesús, su resurrección y la revelación.

          Wright parte de indicios para hacer afirmaciones, cosa que no me parece muy ética, pero de otra forma no se podrían formar argumentos en este ámbito y, supongo, así es la historiografía. Además, siendo un exégeta neotestamentario e historiador, más allá de ser experto en el Nuevo Testamento, su labor se basa en hacer afirmaciones a partir de los síntomas de un hecho para rellenar, lo más acertadamente posible, los huecos que existen en la Historia.

          Partamos diciendo que, al igual que Flew, no niego ni confirmo la resurrección. Para mí sigue siendo un misterio, pero uno que no me priva de creer en Dios. Wright, por otro lado, afirma que la resurrección y la revelación, en efecto, sucedieron por los siguientes indicios:

          Hablando directamente sobre la resurrección, nos dice que debió suceder, en primer lugar, porque los judíos del siglo I creían en ella, pero ninguno creía en la resurrección de una sola persona antes que todos (cabe destacar que los distintos grupos judíos -fariseos, saduceos, esenios etc.- tenían concepciones distintas sobre la resurrección, pero ninguno creía en que solamente una persona lo haría); la mayoría creía en la vida después de la muerte, especificando que, al morir, se llegaba a un estado de espera y, posteriormente, a la resurrección.

          Los cristianos primitivos creían en la resurrección como una especie de transformación física, mientras que los judíos planteaban que se transformarían en una especie de destello que brillaría como una estrella, o que produciría un cuerpo idéntico al que se tuvo en vida. Además, los cristianos creían en el levantamiento de Cristo de entre los muertos, algo que jamás creerían los judíos, pues el Mesías jamás habría estado muerto. Los cristianos primitivos implementaron una concepción totalmente nueva de la resurrección. Y esto es muy difícil.

          Históricamente se sabe, más aún en el ámbito de la religión, que las personas se tornan muy conservadoras en cuanto a sus creencias, como explica Wright, por lo que es difícil que las cambien. Sin embargo, los primeros cristianos lo hicieron.

          El cristianismo originario no tenía prácticamente ninguna discrepancia entre sus seguidores en cuanto a lo que sucede después de la muerte, a diferencia de la comunidad de judíos en las que había distintas perspectivas.

          Hay quienes alegan que la idea de la resurrección de Jesucristo surgió entre veinte a treinta años posterior a su muerte, sin embargo, como señala Wright, de ser así, habría corrientes de cristianismo primitivo donde dicha idea no tendría mucho lugar para creerse.

          Existieron autores bíblicos, como lo fueron Mateo, Marcos, Lucas y Juan que narraron la resurrección de Cristo en los Evangelios, entre otras cosas; Wright plantea que los Evangelios fueron escritos mucho después de los sucesos que cuentan, y que, aun así, concuerdan entre sí. Sobre todo en la descripción de Jesús en la resurrección.

          Por otro lado, plantea que, si de una historia imaginada o inventada se tratase, recurrirían a la fuente bíblica Daniel 12, donde se dice que los justos brillaran como estrellas en el reino de su padre. No ilustran de esta manera la resurrección de Jesús los primeros cristianos. Además, en los libros de los antemencionados autores bíblicos se utilizan palabras distintas entre ellos para describir el mismo suceso, por lo que no fueron copiados unos de otros.

          Se aprecia también en estos libros una gran ausencia de referencias hacia el Antiguo Testamento. No es plausible ni lógico plantear que los cristianos primitivos escribieron con alusiones al A. T., y que luego Mateo, Marcos, Lucas y Juan eliminaron estas menciones, como alega Wright.

          Otra razón que brinda para creer en la resurrección es el vital papel de las mujeres en el avistamiento de Jesús. En Corintios, se habla únicamente de testigos hombres. Esto, porque ya en los inicios de la década de los cincuenta se había censurado abiertamente la presencia de mujeres en la versión oficial, pues, en esa época, las mujeres no eran consideradas testigos. Sin embargo, en los cuatro libros bíblicos ya mencionados, aparece María Magdalena (como testigo principal) y las demás Marías, según nos cuenta Wright.

          Dado lo anterior, podemos comprender que, si fuera una historia creada por Marcos, Juan, Mateo y Lucas, no colocarían a las mujeres como testigos. Sería, tal cual dice Wright, “un disparo en el pie”. Esto nos muestra, de cierta manera, que no hubo necesidad ni rastros de haber diseñado una historia.

          La fe en nuestras manos

          Presentados estos argumentos, uno, racionalmente, podría avalarlos, pues son totalmente creíbles y lógicos. Personalmente, si no se tratara de algo tan humanamente impensable como la resurrección, creería de lleno en lo que se expusiese. Sin embargo, aún reside en mí cierto escepticismo. No obstante, no puedo evitar querer creer, por lo que no estoy cerrada a la posibilidad de que, en efecto, haya sucedido.

          Estas pruebas alimentan mi necesidad de creer en algo racional y aunar la razón con la fe; en este caso, en el sentido de comprender a través nuestros medios lo que representa Dios. Empero, sé que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, como se dice en Hebreos 11:1. Para amar a Dios, es necesaria la fe. Esto, a mi parecer, porque no espero comprender la lógica de la Creación, siendo esta obra de un ser excelso y Superior, en los términos humanos. Lo anterior muy alejado, por supuesto, de cualquier vestigio de ignorancia o mediocridad. Comprendiendo también la estrecha relación que existe entre el libre albedrío y el creer.

          Dios encarnado y su revelación

          Ahora bien, en cuanto a la revelación, Wright es bastante directo y sucinto, pero yo lo seré aún más. Plantea, sustancialmente, que la quintaesencia de Dios se vio perfectamente reflejada en Jesús. Nos habla de que Jesús encarnó en su más pura forma el Logos del que se habla en el Evangelio según Juan.

          Una de sus razones para sostener lo anterior es que Jesús, según cree, estaba convencido de que él estaba llamado a personificar el retorno de Yahvé a Sión, y apostó su vida por ello. Además, se comportó como si él fuera el Templo (de Jerusalén). Lo dicho, porque es él quien perdona los pecados, cuando se suponía que esto se lograba mediante la presentación de sacrificios ante el Templo.

          En síntesis, lo que se entiende de los argumentos expuestos en el libro es que, Jesús, en su condición de persona, encarnó a Dios y siguió su vocación, a lo que había sido llamado, sin pensarlo dos veces e incluso dando su vida por ello. Si a esto le sumamos el hecho de la resurrección, puede entonces verse como avalado o comprobado su calidad de segunda figura en la Trinidad.

          ¿Es suficiente?

          Luego de todos estos argumentos, cabe preguntarse: ¿es suficiente todo esto para creer en la resurrección y la revelación? A mi parecer, tiene argumentos bastante sólidos en cuanto a la resurrección, pero, respecto de la revelación, hay algunos débiles o que, más bien, podrían aportarse otros más creíbles que aquellos.

          A lo largo de la redacción de este texto, debo admitir que me he convencido un poco más sobre la resurrección, pues si defendí en un artículo la existencia de lo suprafísico (Razón y apología de lo suprafísico: una forma de creer), no puedo renegar de la posibilidad de un hecho como ese.

          Los datos e indicios aportados sobre la resurrección son lógicos, desde mi punto de vista, y conducen a la conclusión de que, a pesar de ser algo humanamente imposible, fue plausible para Jesús, el Hijo de Dios.

          En cuanto a la revelación, por la misma apología de lo suprafísico, puedo creer en ella. Ya lo hacía antes de aceptar en mí alguna pizca de convicción por la resurrección, pues es el meollo del cristianismo. Esto, porque no solo Jesús encarna a Dios según el Antiguo Testamento, cualquier persona pudo haberse dado la tarea de intentar personificar a Dios para conseguir seguidores; un falso profeta. Sino que, también, Jesús hizo milagros de los que no hay explicación hasta hoy. Hay pruebas de aquello, pruebas historiográficas con el mismo formato de las pruebas de Wright. En este sentido y tratando de alinearme con el obispo, realmente encarnó a Dios, hasta en el sentido suprafísico.

          Espero haber picado un poco en la curiosidad e inquietudes de ustedes, lectores, con estos argumentos, y aprovecho para recomendar fervientemente el libro de Antony Flew, “Dios Existe”, que puedo afirmar cambió mi vida.  

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          Razón y apología de lo suprafísico: una forma de creer https://lucyfarinamatheus.com/razon-y-apologia-de-lo-suprafisico-una-forma-de-creer/ https://lucyfarinamatheus.com/razon-y-apologia-de-lo-suprafisico-una-forma-de-creer/#respond Sun, 21 Jan 2024 00:20:54 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=3547 Después de una travesía de creencias, examino la noción "suprafísica" inspirada por N.T. Wright y Antony Flew. Abordo la complejidad de la vida, la conciencia, y la imposibilidad estadística de la abiogénesis. Exploro la convergencia entre fe, razón y ciencia.

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          Posterior a mi travesía a través de las distintas formas de creencia en algo Superior (pueden leerla en el Papel Literario, en su edición de Semana Santa 2024, bajo el título de “De la fe a la razón y de vuelta a Dios”), acepté el inicio de otro viaje hacia la creencia en lo suprafísico, en el sentido que lo menciona N. T. Wright, obispo de Durham, en el libro “Dios Existe” de Antony Flew, en el que me he apoyado tanto para comenzar a creer. De esta manera, les presento mi defensa de la razón y apología de lo suprafísico.

          El tenor de mi referencia a lo suprafísico apunta a la existencia de un Creador que va más allá de las leyes de la física y naturales. Aún me queda mucho escepticismo arraigado de mi etapa atea, en el que estoy trabajando, pues siento una necesidad de creer, una muy fuerte, que va en contra de todo pragmatismo que pueda quedar en mí. Es una gran lucha que se asemeja a la metáfora de los lobos: ¿cuál alimentas? Aquel que alimentas es el que te domina.

          Antony nos dice en el libro que Dios, entendido como un ser suprafísico, es un concepto cercano a lo ininteligible para nosotros y que, en consecuencia, su Creación, su amor y sus ideas no pueden ser comprendidas en nuestros términos.

          En el libro -al cual me referiré en numerosas ocasiones en este texto, pues es la base de mi regreso al cristianismo y, además, expone razones racionales y metafísicas que avalan la existencia de un Dios- se afirma, en palabras simples, que todo está perfectamente confeccionado en el universo como, sobre todo, nuestra existencia, contra todo pronóstico, pues nacimos de materia inerte, cosa que es impensable, por lo que debe existir una mente Superior e inteligente.

          N. T. Wright plantea un tropo donde habla sobre la posibilidad de que un objeto inanimado, como lo es una mesa de mármol, en algún punto de la vida, se convierta en un ser viviente y consciente; cosa que es científicamente imposible para nosotros ahora mismo.

          Dios, un ser Inteligente

          El argumento de la inteligencia lo plantean Wright y Flew, alegando que, como existen lenguajes, tanto matemáticos como el natural, y la capacidad de intelección, además de las leyes físicas y de la naturaleza, esto debe ser creado también por un personaje lúcido e inteligente de igual manera, al ser tan complejos y perfectos.

          El hecho de pensar que todo esto surgió de la nada, es más absurdo que asumir que surgió de “alguien”, si es que se le puede llamar así a un ente excelso. El hecho del nacimiento de la vida a pesar de la minúscula probabilidad de la abiogénesis (nacimiento de materia orgánica a partir de materia inorgánica) fue, literalmente, un milagro.

          Hay quienes afirman que esta probabilidad es alta (más adelante hablaremos sobre el teorema del mono infinito) debido al gran dinamismo que había en la Tierra primitiva, como Stanley Miller, quien realizó experimentos en la década de 1950 que demostraron que se pueden formar moléculas orgánicas a partir de materia inorgánica, aunque no reprodujo acertadamente las condiciones de la Tierra primitiva. Tampoco demostró la capacidad de crear formas de vida complejas como proteínas o ADN.

          Así, la teoría abiertamente aceptada en la biología moderna es la de la biogénesis, que consiste en que los organismos vivos solo pueden proceder de otros organismos vivos.

          De hecho, el estudio realizado por Louis Pasteur en 1860 prevalece científicamente por sobre el estudio de Miller, en donde se demostró que la vida no puede surgir espontáneamente de la materia inerte. Pasteur demostró que, si un recipiente cerrado se esterilizaba, no se desarrollaría vida, incluso si se exponía a materiales orgánicos. Sin embargo, si el recipiente no se esterilizaba, la vida se desarrollaría rápidamente (biogénesis).

          Aun si Miller tuviera razón, aunque ha sido incalculable hasta ahora la probabilidad de la existencia de la vida como generación espontánea, no quita ni desmiente de ninguna manera la perfección con la que está confeccionada la vida. Añadido a eso, no explica la conciencia humana.

          La conciencia, el gran misterio suprafísico

          La conciencia humana es un misterio para todos aún. No hay explicaciones físicas ni neurológicas fehacientes -a pesar de que se han llevado a cabo numerosos estudios que afirman que la conciencia es un fenómeno físico- que puedan sostener la idea de que esto sucede meramente por interacciones neuronales o cuánticas.

          Existe un estudio realizado por Roger Penrose y Stuart Hameroff, publicado en 1994, donde plantean, en pocas palabras, que los microtúbulos del cerebro pueden ejecutar funciones de ordenadores cuánticos (son tipos de ordenadores que, en lugar de trabajar con un código binario, trabajan con gamas infinitas de valores, por lo que son mucho más poderosos que los computadores comunes), los cuales producirían la conciencia. Esta hipótesis aún no ha sido comprobada empíricamente, pero, al parecer, es la más prometedora. Sin embargo, y por más que puedan infundir escepticismo en las personas por su aparente racionalidad, volvemos al mismo punto: es perfecta la configuración de la vida.

          Roy A. Varghese, otro colaborador del libro, habla sobre la idea del yo. Nos dice que el yo es también una idea suprafísica y argumenta que esa idea, similar a la idea del alma, no habita en una célula, puesto que nuestras células se van renovando, sin embargo, nosotros siempre seremos los mismos. Aquí podría confundirse el yo con la conciencia, pero él lo plantea como cosas distintas, siendo la conciencia una cualidad que se subsume en el yo. Este último es la conjunción de la conciencia con las experiencias y los sentires. Sostiene también que “no podemos analizar el yo, porque no es un estado mental que pueda ser observado o descrito”.

          En ese sentido, concuerdo con él. El yo es un concepto abstracto, somos entes abstractos en la dimensión de la realidad dotados de autopercepción. Esta es una cualidad inmaterial e intangible que nos provee identidad, otro concepto que carece de explicación física. A mi parecer, hay que aceptar, sin caer en la mediocridad o ignorancia, que hay conceptos y elementos que van más allá de nuestro alcance intelectual.

          El teorema del “mono infinito”— un absurdo

          Ahora sí, explicaré el teorema del mono infinito y por qué plantea un cálculo que sostiene la imposibilidad de la generación espontánea: esta proposición argumenta que, si le das a un mono un computador, este podrá, en algún momento, escribir un texto lógico e inteligible. Incluso han planteado que podría escribir alguna obra de Shakespeare. Gerard Schroeder, un científico israelí, quiso poner a prueba este planteamiento e hizo lo siguiente:

          Tomó un soneto de Shakespeare (¿Shall I compare thee to a summer’s day?) y contó el número de letras que tenía: 488. Se preguntó: ¿cuál es la probabilidad de obtener 488 letras en la secuencia correcta escribiendo al azar? Para averiguarlo, multiplicó la cantidad de letras que existen en el abecedario anglosajón (26) por sí mismo 488 veces. Esto dio resultado 10 elevado a la 690 potencia. A continuación, multiplicó el número de partículas del universo (protones, electrones y neutrones), que es 10 elevado a la 80 potencia, lo que sería igual a escribir 1 seguido de 80 ceros. En cambio, 10 elevado a la 690 es un 1 seguido de 690 ceros. Nos quedamos cortos por 10 elevado a la 600.

          ¿Qué quiere decir lo anterior? Que el universo completo no da abasto para agotar los intentos que tomaría a los monos escribir dicho soneto (y este experimento se puede hacer con cualquier otra obra, pero es un intento fútil demostrado por el estudio que explicaré a continuación).

          El libro nos cuenta que el British National Council of Arts realizó un experimento para comprobar esta teoría. Introdujeron un computador en una jaula con seis monos. Estos monos tuvieron a su disposición el computador durante un mes y, aun así, no lograron escribir siquiera las palabras más cortas del inglés, como a o I, para las cuales se necesitaba escribirlas con dos espacios en blanco. Tomando en cuenta el número de teclas de un computador anglosajón (30, dadas las 26 letras más algunos símbolos), la probabilidad de conseguir una palabra de una sola letra es de una en 27.000.

          Lo complejo y perfecto

          Dichos cálculos se pueden tomar como argumento en contra de la abiogénesis o generación espontánea, entendiendo que la creación de algo perfecto y lógico al azar es simplemente “casi” imposible. Se ve también en el ADN, otro argumento de Flew, en el que expone:

          Lo que creo que ha conseguido hacer el ADN es mostrar, por medio de la casi increíble complejidad de las estructuras que son necesarias para producir vida, que alguna inteligencia ha debido participar en el ensamblamiento de esos elementos extraordinariamente diversos. Lo que asombra es la enorme complejidad del número de elementos y la enorme sutileza de las formas en que cooperan. La probabilidad de que todos esos elementos hayan podido encontrarse por casualidad en el momento adecuado es simplemente minúscula. La enorme complejidad de los caminos por los que fueron conseguidos los resultados es lo que me parece producto de la inteligencia.

          Así, podemos ser testigos de argumentos que no solo abarcan la fe, la mera fe, sino que alcanzan incluso la ciencia, además de la metafísica. Esta es una de las tantas maneras de comprobar que tanto la fe como la razón, la filosofía y la ciencia, no son incompatibles ni excluyentes, si bien es cierto que la ciencia se puede quedar corta en materias que la metafísica puede completar.

          De esta manera me despido, esperando que mis palabras puedan llegar a la mayor cantidad de personas y, aunque sea, plantarles la semilla de la inquietud por la búsqueda de la Verdad. Les dejo una cita:

          “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. – Eclesiastés 3:11.

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