logo_burdedologo_burdedologo_burdedologo_burdedo
  • Inicio
  • Sobre mí
  • Artículos
    • Derecho
    • Filosofía
    • Historia
    • Psicología
    • Teología
  • Contacto

Más allá de las dudas: explorando los misterios de la fe y la razón cristianas

Publicado por Lucy Fariña Matheus
Categorías
  • Filosofía
  • Historia
  • Teología
Etiquetas
  • Catolicismo
  • Cristianismo
Misterios de la fe y la razón cristianas

Antony Flew, un filósofo inglés ex ateo, muy audaz y valientemente, pero concuerdo con él, afirma: “(…) pienso que el cristianismo es la religión que más claramente merece ser honrada y respetada, tanto si su pretensión de ser una revelación divina es verdadera como si no lo es”.

En ello, no solo reconoce lo trascendental y hazañoso que ha sido el cristianismo a lo largo de su existencia, sino que también se abre a la posibilidad de que, en efecto, haya habido una revelación. No olvidemos que él fue ateo por alrededor de 60 años, con una trayectoria y argumentos implacables mientras lo fue. Este cambio es simplemente asombroso y no puede pasar desapercibido, aunque su conversión al teísmo haya sido pasada por alto en Hispanoamérica.

N. T. Wright, las pruebas y la fe

En el apéndice final del libro “Dios Existe”, de Flew, este le cede la palabra a N. T. Wright, obispo de Durham, historiador y exégeta neotestamentario, para que explique por qué deberíamos creer en Jesús, su resurrección y la revelación.

Wright parte de indicios para hacer afirmaciones, cosa que no me parece muy ética, pero de otra forma no se podrían formar argumentos en este ámbito y, supongo, así es la historiografía. Además, siendo un exégeta neotestamentario e historiador, más allá de ser experto en el Nuevo Testamento, su labor se basa en hacer afirmaciones a partir de los síntomas de un hecho para rellenar, lo más acertadamente posible, los huecos que existen en la Historia.

Partamos diciendo que, al igual que Flew, no niego ni confirmo la resurrección. Para mí sigue siendo un misterio, pero uno que no me priva de creer en Dios. Wright, por otro lado, afirma que la resurrección y la revelación, en efecto, sucedieron por los siguientes indicios:

Hablando directamente sobre la resurrección, nos dice que debió suceder, en primer lugar, porque los judíos del siglo I creían en ella, pero ninguno creía en la resurrección de una sola persona antes que todos (cabe destacar que los distintos grupos judíos -fariseos, saduceos, esenios etc.- tenían concepciones distintas sobre la resurrección, pero ninguno creía en que solamente una persona lo haría); la mayoría creía en la vida después de la muerte, especificando que, al morir, se llegaba a un estado de espera y, posteriormente, a la resurrección.

Los cristianos primitivos creían en la resurrección como una especie de transformación física, mientras que los judíos planteaban que se transformarían en una especie de destello que brillaría como una estrella, o que produciría un cuerpo idéntico al que se tuvo en vida. Además, los cristianos creían en el levantamiento de Cristo de entre los muertos, algo que jamás creerían los judíos, pues el Mesías jamás habría estado muerto. Los cristianos primitivos implementaron una concepción totalmente nueva de la resurrección. Y esto es muy difícil.

Históricamente se sabe, más aún en el ámbito de la religión, que las personas se tornan muy conservadoras en cuanto a sus creencias, como explica Wright, por lo que es difícil que las cambien. Sin embargo, los primeros cristianos lo hicieron.

El cristianismo originario no tenía prácticamente ninguna discrepancia entre sus seguidores en cuanto a lo que sucede después de la muerte, a diferencia de la comunidad de judíos en las que había distintas perspectivas.

Hay quienes alegan que la idea de la resurrección de Jesucristo surgió entre veinte a treinta años posterior a su muerte, sin embargo, como señala Wright, de ser así, habría corrientes de cristianismo primitivo donde dicha idea no tendría mucho lugar para creerse.

Existieron autores bíblicos, como lo fueron Mateo, Marcos, Lucas y Juan que narraron la resurrección de Cristo en los Evangelios, entre otras cosas; Wright plantea que los Evangelios fueron escritos mucho después de los sucesos que cuentan, y que, aun así, concuerdan entre sí. Sobre todo en la descripción de Jesús en la resurrección.

Por otro lado, plantea que, si de una historia imaginada o inventada se tratase, recurrirían a la fuente bíblica Daniel 12, donde se dice que los justos brillaran como estrellas en el reino de su padre. No ilustran de esta manera la resurrección de Jesús los primeros cristianos. Además, en los libros de los antemencionados autores bíblicos se utilizan palabras distintas entre ellos para describir el mismo suceso, por lo que no fueron copiados unos de otros.

Se aprecia también en estos libros una gran ausencia de referencias hacia el Antiguo Testamento. No es plausible ni lógico plantear que los cristianos primitivos escribieron con alusiones al A. T., y que luego Mateo, Marcos, Lucas y Juan eliminaron estas menciones, como alega Wright.

Otra razón que brinda para creer en la resurrección es el vital papel de las mujeres en el avistamiento de Jesús. En Corintios, se habla únicamente de testigos hombres. Esto, porque ya en los inicios de la década de los cincuenta se había censurado abiertamente la presencia de mujeres en la versión oficial, pues, en esa época, las mujeres no eran consideradas testigos. Sin embargo, en los cuatro libros bíblicos ya mencionados, aparece María Magdalena (como testigo principal) y las demás Marías, según nos cuenta Wright.

Dado lo anterior, podemos comprender que, si fuera una historia creada por Marcos, Juan, Mateo y Lucas, no colocarían a las mujeres como testigos. Sería, tal cual dice Wright, “un disparo en el pie”. Esto nos muestra, de cierta manera, que no hubo necesidad ni rastros de haber diseñado una historia.

La fe en nuestras manos

Presentados estos argumentos, uno, racionalmente, podría avalarlos, pues son totalmente creíbles y lógicos. Personalmente, si no se tratara de algo tan humanamente impensable como la resurrección, creería de lleno en lo que se expusiese. Sin embargo, aún reside en mí cierto escepticismo. No obstante, no puedo evitar querer creer, por lo que no estoy cerrada a la posibilidad de que, en efecto, haya sucedido.

Estas pruebas alimentan mi necesidad de creer en algo racional y aunar la razón con la fe; en este caso, en el sentido de comprender a través nuestros medios lo que representa Dios. Empero, sé que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, como se dice en Hebreos 11:1. Para amar a Dios, es necesaria la fe. Esto, a mi parecer, porque no espero comprender la lógica de la Creación, siendo esta obra de un ser excelso y Superior, en los términos humanos. Lo anterior muy alejado, por supuesto, de cualquier vestigio de ignorancia o mediocridad. Comprendiendo también la estrecha relación que existe entre el libre albedrío y el creer.

Dios encarnado y su revelación

Ahora bien, en cuanto a la revelación, Wright es bastante directo y sucinto, pero yo lo seré aún más. Plantea, sustancialmente, que la quintaesencia de Dios se vio perfectamente reflejada en Jesús. Nos habla de que Jesús encarnó en su más pura forma el Logos del que se habla en el Evangelio según Juan.

Una de sus razones para sostener lo anterior es que Jesús, según cree, estaba convencido de que él estaba llamado a personificar el retorno de Yahvé a Sión, y apostó su vida por ello. Además, se comportó como si él fuera el Templo (de Jerusalén). Lo dicho, porque es él quien perdona los pecados, cuando se suponía que esto se lograba mediante la presentación de sacrificios ante el Templo.

En síntesis, lo que se entiende de los argumentos expuestos en el libro es que, Jesús, en su condición de persona, encarnó a Dios y siguió su vocación, a lo que había sido llamado, sin pensarlo dos veces e incluso dando su vida por ello. Si a esto le sumamos el hecho de la resurrección, puede entonces verse como avalado o comprobado su calidad de segunda figura en la Trinidad.

¿Es suficiente?

Luego de todos estos argumentos, cabe preguntarse: ¿es suficiente todo esto para creer en la resurrección y la revelación? A mi parecer, tiene argumentos bastante sólidos en cuanto a la resurrección, pero, respecto de la revelación, hay algunos débiles o que, más bien, podrían aportarse otros más creíbles que aquellos.

A lo largo de la redacción de este texto, debo admitir que me he convencido un poco más sobre la resurrección, pues si defendí en un artículo la existencia de lo suprafísico (Razón y apología de lo suprafísico: una forma de creer), no puedo renegar de la posibilidad de un hecho como ese.

Los datos e indicios aportados sobre la resurrección son lógicos, desde mi punto de vista, y conducen a la conclusión de que, a pesar de ser algo humanamente imposible, fue plausible para Jesús, el Hijo de Dios.

En cuanto a la revelación, por la misma apología de lo suprafísico, puedo creer en ella. Ya lo hacía antes de aceptar en mí alguna pizca de convicción por la resurrección, pues es el meollo del cristianismo. Esto, porque no solo Jesús encarna a Dios según el Antiguo Testamento, cualquier persona pudo haberse dado la tarea de intentar personificar a Dios para conseguir seguidores; un falso profeta. Sino que, también, Jesús hizo milagros de los que no hay explicación hasta hoy. Hay pruebas de aquello, pruebas historiográficas con el mismo formato de las pruebas de Wright. En este sentido y tratando de alinearme con el obispo, realmente encarnó a Dios, hasta en el sentido suprafísico.

Espero haber picado un poco en la curiosidad e inquietudes de ustedes, lectores, con estos argumentos, y aprovecho para recomendar fervientemente el libro de Antony Flew, “Dios Existe”, que puedo afirmar cambió mi vida.  

Compartir
0
Lucy Fariña Matheus
Lucy Fariña Matheus

Artículos relacionados

Santo Tomás de Aquino, derecho natural
14 de agosto de 2024

Sobre el derecho natural y el derecho positivo


Leer más
1 de julio de 2024

Carta – Sobre Edith Stein, el feminismo y la complementación


Leer más
Nihilismo desentrañado: entre la filosofía y el peligro inminente para la sociedad
28 de enero de 2024

Nihilismo desentrañado: entre la filosofía y el peligro inminente para la sociedad


Leer más

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Copyright © 2025 Lucy Fariña Matheus | Todos los contenidos escritos de esta página web son de mi autoría, protegidos por derechos de autor vigentes; se prohíbe la reproducción, distribución o modificación sin mi previo consentimiento por escrito.