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Estoicismo y lo absurdo: un dúo de resiliencia

Publicado por Lucy Fariña Matheus
Categorías
  • Filosofía
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  • Camus
  • Estoicismo
Estoicismo y lo absurdo, un dúo de resiliencia

El estoicismo fue una escuela de filosofía, originalmente griega, fundada en el siglo III a. C. por Zenón de Citio. Sin embargo, esta escuela alcanzó su auge en la Roma antigua. Sus más reconocidos exponentes fueron Séneca, Epicteto y el gran emperador romano Marco Aurelio.  

Los pilares del estoicismo

La filosofía de esta escuela se basa, esencialmente, en lo que hoy se conoce como resiliencia. Tiene varios pilares que la hacen una corriente increíblemente alentadora y sensata en cuanto a la adaptación a la realidad. Estos se centran en la importancia de vivir de acuerdo con la naturaleza y la razón, aceptando los eventos que no se pueden cambiar y actuando con virtud en todas las circunstancias.

Exponen que lo que podemos controlar está dentro de nosotros, lo que está afuera es responsabilidad de aquello mismo. Es decir, no debemos molestarnos por los actos de alguien, ya que no los podemos controlar y, además, son consecuencia para ellos mismos. Lo que nos molesta es la opinión propia sobre los hechos, no los hechos en sí. Entonces, para tener sosiego, nos desprendemos de aquella opinión.

En el mismo orden de ideas, se presenta la indiferencia ante el dolor y placeres. Esto, para que nuestra felicidad y autorrealización no dependan de lo externo, sino que recaigan meramente en lo que se encuentra dentro de nosotros, lo que precisamente podemos controlar. Lo anterior, lejos de la negación de los placeres y evitación del dolor; lo que nos indican es que debemos enfrentar el dolor y disfrutar de los placeres con virtud.

Para los estoicos, la virtud supone un bien supremo base de toda vida plena. Esta virtud contempla cualidades como la sabiduría, la justicia, la templanza y el coraje, y también implica vivir de acuerdo con la razón. Aunado a esto, proponen la disciplina y autocontrol como eje fundamental del hombre pleno. Abogan por la moderación en todas las cosas y por la capacidad de resistir las pasiones y los impulsos irracionales.

Resiliencia, absurdismo y estoicismo

A mi parecer, podemos encontrar cierta relación entre la resiliencia del absurdismo de Camus y la resiliencia de los estoicos en cuanto a la confrontación de las adversidades y la aceptación de las circunstancias se refiere. Camus nos expone, como mencioné en un artículo anterior titulado “Sísifo y el absurdo, un ejemplo de resiliencia y libertad”, la aceptación de las circunstancias, pero no de una manera pasiva, sino a través de la rebelión contra el absurdo, la cual nos dota de libertad de acción frente a ellas. Del mismo modo, los estoicos plantean una aceptación que, si bien se basa en la serenidad ante las adversidades, nos brinda libertad de acción al discernir entre lo que podemos controlar y lo que no; de este modo, podemos elegir cómo actuar ante cualquier circunstancia que se presente en ambos casos.

Ahora bien, los estoicos estaban lejos de considerar la vida un absurdo. Veían la realidad como un orden cósmico y buscaban vivir de acuerdo con la razón y la naturaleza, además, buscaban también encontrar sentido a través de la virtud. Aquí encontramos un contraste con Camus, quien planteaba la contradicción entre la búsqueda de sentido en la vida y la indiferencia del universo ante esto como el absurdo. El sentido de la vida que Camus plantea es el que uno le da personalmente a través de la lucha contra el absurdo, sin basarse en algún esquema de virtudes para ello.

Resiliencia como antídoto

Estas dos corrientes valen la pena explorarlas, pues nos brindan rectitud y esperanza, sin faltar la resiliencia, ante el caos moral y existencial que azotan a la humanidad actualmente. La rectitud se consigue mediante el estilo de vida estoico que hace crecer el espíritu a través de las adversidades, la serenidad y la disciplina; la esperanza, mediante la filosofía del absurdo que nos permite encontrar sentido aun en aquello que, aparentemente, no lo tiene. Finalmente, conseguimos la resiliencia al integrar ambas corrientes, formando un antídoto contra el nihilismo (al cual me refiero en mi otro artículo “Nihilismo desentrañado: entre la filosofía y el peligro inminente para la sociedad”) y alcanzando nuestro máximo potencial.

«Cuanto mayor es la dificultad, más gloria se obtiene al superarla. Los pilotos hábiles obtienen su reputación en las tormentas y las tempestades». — Epicteto

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Lucy Fariña Matheus
Lucy Fariña Matheus

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2 Comments

  1. Samuel Neira dice:
    29 de marzo de 2024 a las 05:54

    El estoicismo es como el mejor amigo que te da un golpecito en el hombro cuando las cosas se ponen difíciles y te dice: “Tranquilo, todo va a salir bien”. Es esa filosofía que te enseña a surfear las olas de la vida con una sonrisa, incluso cuando el mar está agitado. Sabes qué? Tiene mucho en común con ese amigo un poco loco que te dice: “La vida es una tormenta, así que diviértete!”.

    Es como si Epicteto y Camus se sentaran juntos a tomar café y discutieran sobre cómo sobrellevar las locuras del universo. Por un lado, los estoicos nos recuerdan que nuestras opiniones son las que realmente nos molestan, no los eventos en sí. Por otro lado, el absurdo nos desafía a encontrar nuestro propio significado en un mundo que a menudo parece indiferente.

    Pero no importa cuál filosofía prefieras, al final del día, ambas nos enseñan algo importante: la resiliencia es clave. Es como ese superpoder que nos permite salir más fuertes después de cada golpe. Así que, ya sea abrazando la serenidad estoica o desafiando al absurdo con una sonrisa, al final nos convertimos en pilotos expertos navegando nuestras vidas a través de tormentas y tempestades.

    Mientras más se sienta el dolor (y provocado (algo de masoquismo, lo que faltaba)) del ejercicio al día siguiente, mayor será la satisfacción de haberlo hecho. Y su granito de indiferencia para seguir haciendo la pega en la semana sin que se note mucho. Comentario a colación solo porque me duele la lumbar al escribir esto, pero es mejor que tener ese constante “dolor mental”, que me reitera que no hice lo que debía.

    Responder
    • Lucy Fariña Matheus dice:
      1 de abril de 2024 a las 17:43

      ¡Hola, Samuel! Muchas gracias por comentar. Comparto totalmente tu perspectiva; no tengo nada que agregar. Gran reflexión.

      Responder

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