Teología archivos – Lucy Fariña Matheus https://lucyfarinamatheus.com/category/teologia/ Explora el fascinante mundo de las humanidades a través de los escritos de Lucy Fariña Matheus. Fri, 07 Feb 2025 20:12:14 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 https://lucyfarinamatheus.com/wp-content/uploads/2025/02/logo_burdedo-75x75.png Teología archivos – Lucy Fariña Matheus https://lucyfarinamatheus.com/category/teologia/ 32 32 Carta – Sobre Edith Stein, el feminismo y la complementación https://lucyfarinamatheus.com/carta-sobre-edith-stein-el-feminismo-y-la-complementacion/ https://lucyfarinamatheus.com/carta-sobre-edith-stein-el-feminismo-y-la-complementacion/#respond Mon, 01 Jul 2024 17:42:01 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=4446 Abordaje del feminismo de Edith Stein, explorando la naturaleza femenina, los roles de género y la importancia de complementariedad entre hombres y mujeres en la sociedad y la espiritualidad.

La entrada Carta – Sobre Edith Stein, el feminismo y la complementación se publicó primero en Lucy Fariña Matheus.

]]>

Querido amigo

Un amigo muy querido me compartió un artículo sobre Edith Stein y su feminismo, el cual me suscitó muchas ideas que le compartí en una carta, y que comparto también con ustedes a continuación:

El artículo me pareció increíblemente pertinente para los tiempos que vivimos. Además, es un tema del que, si bien no soy acérrima, suelo opinar y tenerlo muy presente. A Stein solo la conocía de nombre, tristemente no he profundizado en su filosofía, que me parece innovadora para sus tiempos, según pude notar del artículo. Veo que concilia conceptos que generalmente eran (y son) contrapuestos. Sobre ello, tengo varias ideas que comparto y otras que las veo desde un ángulo distinto:

Sobre las mujeres y las labores

En primer lugar, me llamó la atención su posición respecto de los trabajos como aptos para ambos sexos, sin distinción. En este respecto, difiero. Remitiéndome a la realidad, hay trabajos específicos que la naturaleza femenina no puede llevar a cabo; trabajos físicos, específicamente.

Cuando toco ese tema, siempre recuerdo un ejemplo bastante incuestionable que vi en redes, donde mostraban por qué las mujeres no pueden participar en todas las áreas laborales de los hombres; existe una labor en las plantas petroleras donde hombres extremadamente fuertes tienen que encarrilar cadenas de las propias plantas. Eso a un ritmo muy rápido y específico que, de no hacerlo bien, pueden perder extremidades. Así de peligroso es. Es un trabajo que, creo yo, y me tomo la libertad de hacer una generalización, ninguna mujer puede hacer.

Más allá de la posibilidad de que las mujeres puedan asumir la mayoría de los puestos que ocupan los hombres en el mundo laboral, estadísticamente las mujeres tienden hacia labores más humanísticas, que son compatibles con la naturaleza femenina. No digo que una mujer no pueda ser ingeniero, porque, así como bien dijo Stein, las mujeres pueden desempeñar su trabajo con feminidad.

Sobre los roles

Lo anterior lo menciono porque creo en la existencia de roles, tanto en la familia como en la sociedad, esto último incluyendo el área laboral. Así como sostuvo Edith Stein, considero que las mujeres tienen una llamada que atender en cuanto a su naturaleza; naturaleza que necesariamente complementa al hombre, costilla de él. Esto último no quiere decir que el protagonista sea el hombre, y la mujer un mero complemento. Cada quién tiene su rol estelar a su propia forma y manera.

Opino que la feminidad es una cualidad que no se debe separar de la mujer, pues brinda al mundo una belleza que solo las mujeres pueden dar. Es lamentable que en la actualidad se trate de erradicar esta característica inherente a las mujeres, intentando más bien que se apropien de cualidades propias de los hombres. Algo antinatural.

La psicología de Jung aplicada al tema

En el ámbito de la psicología, he seguido últimamente la rama de Carl G. Jung (pueden leer un poco sobre él en mi artículo «Explorando las profundidades de la psique junto a Jung«). En su teoría existen distintos conceptos y arquetipos que pretenden ilustrar la naturaleza y comportamiento de los individuos; el concepto de ánima representa lo femenino en el hombre; se relaciona con el eros. Abarca todo lo que naturalmente se espera de una mujer: la emocionalidad, lo artístico, lo intuitivo, lo sensual, la naturaleza (desde la Madre Naturaleza) y también el aspecto espiritual. De este concepto se desprende el arquetipo femenino más común: la madre. Representa el dar a luz, la crianza (me parece que es más completo el término en inglés nurturing), el amor, el cuidado; lo mencionado se suele ilustrar en la psicología jungiana con los símbolos de la Virgen María o el de la Madre Naturaleza.

Los arquetipos tienen dos caras, una positiva y otra negativa. Esto quiere decir que la cara positiva se manifiesta cuando se lleva a la luz el arquetipo, integrándolo correctamente con la consciencia; y la cara negativa, que se manifiesta en la sombra. Es decir, no hay un reconocimiento de esas características arquetípicas en el Yo (parte consciente y racional de la personalidad), no hay una individuación (integración de la sombra con el consciente). Al no integrar una sombra, se implementan negativamente las cualidades del arquetipo.

En el arquetipo de la madre existe una manifestación desde la sombra, por ejemplo, llamada la madre devoradora, que priva a su hijo de evolucionar desde un niño a una persona madura, un adulto. Es una madre que “ama” a su hijo desde el egoísmo y no de una manera desinteresada (apartada del ego). Todos los aspectos del arquetipo de la madre afectan cómo el hombre se relaciona con otras mujeres y su entorno, desde la empatía y el amor (idealmente); esa relación del hombre se edifica a raíz del vínculo con su propia madre (y otras mujeres importantes en la vida del hombre). He ahí la importancia vital del rol que tienen las mujeres en este mundo y su responsabilidad para con la humanidad.

De desempeñar ese rol con desidia, o, mejor dicho, de desaprovechar el don de la feminidad y la maternidad, se corre el riesgo de que suceda lo que el artículo menciona: “(…) without women, men would become dull, cruel, and inhuman—alienated from what is most fundamental to their own nature, more beast than man”. El hombre se arriesga a sufrir una desintegración psíquica, que es exactamente lo opuesto a por lo que aboga Jung (la integración de la sombra con el consciente), lo que produce que se vuelva voluble, vano, irritable, con resentimientos y sin dominio de su alma. Producto de ello, puede suceder lo que señala Doherty, el autor del texto: los hombres dominarían a las mujeres.

Por otro lado, está el ánimus que, al contrario del ánima, representa lo masculino en lo femenino y está vinculado con el logos. Esto es lo que más se relaciona con el tema del artículo. Naturalmente y en contraposición al ánima, el ánimus se construye con base en el lazo entre padre e hija y otros hombres representativos en la vida de la mujer. Este concepto se manifiesta a través de diversos arquetipos, pero uno de los más conocidos es El Héroe. Representa la fortaleza, la temeridad, la sed de aventura. En la mujer, se expresa como el ímpetu de perseguir sus metas y aspiraciones, de buscar desafíos.

Este arquetipo como sombra (entre otros como El Guerrero y El Amante) es lo que yo veo como un mal generalizado en la sociedad occidental, el desborde -intencional- del ánimus en las mujeres. El llamado a despojarse de las cualidades femeninas y exacerbar las masculinas, abanderándolas. La sombra de El Héroe puede producir un ego inestable, agrandado y frágil, centrado en sí; fomenta la avaricia en gran medida. Así como precisamente dice el artículo: “Without men, women might become superficial and unobjective”. Es un arquetipo en sombra que, a mi parecer, predomina en este mal al que me refiero.

Son aspectos que, en cualquier ser humano, hombre o mujer, son reprochables, pero son más aberrantes (en el sentido natural de la palabra) en las mujeres. Esta alienación de lo que a cada sexo le es inherente, altera el orden natural, según creo, y de ahí se desprenden muchos problemas actuales relevantes, como lo son la destrucción de la familia como institución sagrada y primordial de la sociedad, el hostigamiento y denigración del acto de ser padre (o madre), el desequilibrio emocional y en las cargas en las familias, y la confusión generalizada sobre la propia identidad, por mencionar algunos.

Términos controvertidos

Saliendo ya del tema psicológico, en el que tal vez me centré mucho, quisiera mencionar lo controvertido y difícil de entender adecuadamente de los términos servir y sumisión en lo relativo a la relación de hombre y mujer. Incluso para mí resulta perturbador, de cierta manera, leer esas palabras en ese contexto. Pero es una reacción a priori. En mi mente, ya estaba bosquejada la idea de la sumisión como acto complementario de la mujer al hombre, pero el artículo me ayudó a esclarecer un poco más mi opinión al respecto. Comprendo que, trayendo a colación de nuevo los roles de cada sexo, existe sumisión de cada parte, pero manifestada de diferentes formas. Esto según lo que leí y según las ideas que ya tenía en mente.

Hablando desde un punto de vista más determinista biológicamente, suscribo que el rol del hombre es el de protección y provisión, mientras que el rol de la mujer es el de crianza (en un sentido amplio, incluyendo crianza sobre el hombre. De nuevo, desde el sentido de nurturing) y gestión del hogar. Esto puede parecer un poco rígido y anticuado, pero lo cierto es que creo en que dichos roles se desempeñan con individualidad, es decir, sus expresiones varían según individuos y no son limitantes.

Al igual que Stein, pienso que puede compaginarse el rol natural de la mujer con sus propias aspiraciones, y, del mismo modo, el rol del hombre con sus responsabilidades familiares y afectivas. Así, bajo el concepto de dichos roles, infiero que la sumisión de la mujer se concreta con la aceptación con llaneza de la responsabilidad y dirección del hombre de hacerse cargo de su familia como cabeza de ella, y la sumisión del hombre ante la mujer (y su familia) en precisamente abocarse a cumplir con su rol. De esta manera, al cumplir cada uno con su función social, familiar y espiritual, se obedece también la voluntad de Dios.

En mi experiencia

En mi vida tengo dos referentes que encarnan lo expuesto por Stein en cuanto a la compatibilidad del trabajo con los roles naturales de las mujeres. En primer lugar, está mi mamá, quien ha logrado perseguir sus aspiraciones sin renunciar a su función de madre. Gracias a Dios y a su propia perseverancia, ha podido ascender ampliamente en la pirámide de su área y, a su vez, siempre ha estado para mí. Ha logrado integrar sus vocaciones: la profesional y la materna.

En segundo lugar, está mi tía, a quien admiro mucho. Es una persona que ha logrado compaginar de manera espléndida sus vocaciones, más allá de las dificultades propias de aunar dichos mundos. De forma espectacular, no solo es una madre muy amorosa y preocupada por su familia, sino que es excelente en su trabajo y en el doctorado que está cursando.

Cuando se ven casos así, se pone de manifiesto la belleza de la plenitud de la naturaleza de la mujer. Libre, sostén de la existencia humana en su propia medida, digna de ser admirada en toda su feminidad.

¿Qué es una mujer?

Ahora bien, hablé de la naturaleza, del rol, del arquetipo psicológico, pero ¿qué es una mujer? Esa pregunta que menciona el artículo y que es tan pertinente en los tiempos actuales, dada la deformación de su respuesta. Mi respuesta a esa pregunta es, en principio, un poco naturalista: un ser humano de cromosomas XX. Pero lo que le sigue es todo lo ya explicado. Eso sería lo que yo respondería.

Además, me parece bastante acertado el énfasis que hace el texto en plantearnos también la pregunta ¿qué es un hombre?. Bastante ignorada, como suele suceder con asuntos atinentes al hombre. Suscribo lo que menciona Doherty en su artículo: «Many people have been devoting much thought to feminine nature for some time, but how many have really taken seriously the question ‘What is a man?’ The answer to that, Stein suggests, is not so obvious. Perhaps we have been taking masculine nature for granted, as much as, or more than, feminine nature».

Desde mi perspectiva, se ha dejado al hombre de lado -también intencionalmente– y no solo eso, sino que se le recrimina por ser tal, afectando entonces su naturaleza viril (en vista de los llamados a feminizar a los hombres) tan necesaria para el desempeño de la humanidad, también en su propia medida.

¿Por qué complementarse?

Para finalizar, así como lo hace el texto, me parece más que pertinente recalcar la necesidad de complementación entre hombres y mujeres, posterior a una concienciación de su propia naturaleza. Ya lo ilustré en este escrito de una manera bastante naturalista con la psicología y los roles, pero pienso que no se queda en ese plano la complementación, es también espiritual y divina.

Así como Stein, y según la interpreto gracias a los extractos del artículo, opino que Dios nos hizo hombre y mujer con una naturaleza particular que debe ser satisfecha (fulfilled) en su plenitud, para poder tender al Bien y, como ella menciona, alcanzar la máxima semejanza posible con Dios. Así, la cooperación es vital para encaminarnos hacia el Bien.

 

«Llegará el día que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde» — G. K. Chesterton.

La entrada Carta – Sobre Edith Stein, el feminismo y la complementación se publicó primero en Lucy Fariña Matheus.

]]>
https://lucyfarinamatheus.com/carta-sobre-edith-stein-el-feminismo-y-la-complementacion/feed/ 0
Más allá de las dudas: explorando los misterios de la fe y la razón cristianas https://lucyfarinamatheus.com/fe-razon-cristianismo/ https://lucyfarinamatheus.com/fe-razon-cristianismo/#respond Sun, 21 Jan 2024 15:21:51 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=3606 Antony Flew, ex ateo inglés, elogia al cristianismo como la religión más digna de respeto. N.T. Wright, en "Dios Existe", presenta pruebas de la resurrección de Jesús, desafiando escepticismos y destacando la conexión única del cristianismo con la divinidad.

La entrada Más allá de las dudas: explorando los misterios de la fe y la razón cristianas se publicó primero en Lucy Fariña Matheus.

]]>

Antony Flew, un filósofo inglés ex ateo, muy audaz y valientemente, pero concuerdo con él, afirma: “(…) pienso que el cristianismo es la religión que más claramente merece ser honrada y respetada, tanto si su pretensión de ser una revelación divina es verdadera como si no lo es”.

En ello, no solo reconoce lo trascendental y hazañoso que ha sido el cristianismo a lo largo de su existencia, sino que también se abre a la posibilidad de que, en efecto, haya habido una revelación. No olvidemos que él fue ateo por alrededor de 60 años, con una trayectoria y argumentos implacables mientras lo fue. Este cambio es simplemente asombroso y no puede pasar desapercibido, aunque su conversión al teísmo haya sido pasada por alto en Hispanoamérica.

N. T. Wright, las pruebas y la fe

En el apéndice final del libro “Dios Existe”, de Flew, este le cede la palabra a N. T. Wright, obispo de Durham, historiador y exégeta neotestamentario, para que explique por qué deberíamos creer en Jesús, su resurrección y la revelación.

Wright parte de indicios para hacer afirmaciones, cosa que no me parece muy ética, pero de otra forma no se podrían formar argumentos en este ámbito y, supongo, así es la historiografía. Además, siendo un exégeta neotestamentario e historiador, más allá de ser experto en el Nuevo Testamento, su labor se basa en hacer afirmaciones a partir de los síntomas de un hecho para rellenar, lo más acertadamente posible, los huecos que existen en la Historia.

Partamos diciendo que, al igual que Flew, no niego ni confirmo la resurrección. Para mí sigue siendo un misterio, pero uno que no me priva de creer en Dios. Wright, por otro lado, afirma que la resurrección y la revelación, en efecto, sucedieron por los siguientes indicios:

Hablando directamente sobre la resurrección, nos dice que debió suceder, en primer lugar, porque los judíos del siglo I creían en ella, pero ninguno creía en la resurrección de una sola persona antes que todos (cabe destacar que los distintos grupos judíos -fariseos, saduceos, esenios etc.- tenían concepciones distintas sobre la resurrección, pero ninguno creía en que solamente una persona lo haría); la mayoría creía en la vida después de la muerte, especificando que, al morir, se llegaba a un estado de espera y, posteriormente, a la resurrección.

Los cristianos primitivos creían en la resurrección como una especie de transformación física, mientras que los judíos planteaban que se transformarían en una especie de destello que brillaría como una estrella, o que produciría un cuerpo idéntico al que se tuvo en vida. Además, los cristianos creían en el levantamiento de Cristo de entre los muertos, algo que jamás creerían los judíos, pues el Mesías jamás habría estado muerto. Los cristianos primitivos implementaron una concepción totalmente nueva de la resurrección. Y esto es muy difícil.

Históricamente se sabe, más aún en el ámbito de la religión, que las personas se tornan muy conservadoras en cuanto a sus creencias, como explica Wright, por lo que es difícil que las cambien. Sin embargo, los primeros cristianos lo hicieron.

El cristianismo originario no tenía prácticamente ninguna discrepancia entre sus seguidores en cuanto a lo que sucede después de la muerte, a diferencia de la comunidad de judíos en las que había distintas perspectivas.

Hay quienes alegan que la idea de la resurrección de Jesucristo surgió entre veinte a treinta años posterior a su muerte, sin embargo, como señala Wright, de ser así, habría corrientes de cristianismo primitivo donde dicha idea no tendría mucho lugar para creerse.

Existieron autores bíblicos, como lo fueron Mateo, Marcos, Lucas y Juan que narraron la resurrección de Cristo en los Evangelios, entre otras cosas; Wright plantea que los Evangelios fueron escritos mucho después de los sucesos que cuentan, y que, aun así, concuerdan entre sí. Sobre todo en la descripción de Jesús en la resurrección.

Por otro lado, plantea que, si de una historia imaginada o inventada se tratase, recurrirían a la fuente bíblica Daniel 12, donde se dice que los justos brillaran como estrellas en el reino de su padre. No ilustran de esta manera la resurrección de Jesús los primeros cristianos. Además, en los libros de los antemencionados autores bíblicos se utilizan palabras distintas entre ellos para describir el mismo suceso, por lo que no fueron copiados unos de otros.

Se aprecia también en estos libros una gran ausencia de referencias hacia el Antiguo Testamento. No es plausible ni lógico plantear que los cristianos primitivos escribieron con alusiones al A. T., y que luego Mateo, Marcos, Lucas y Juan eliminaron estas menciones, como alega Wright.

Otra razón que brinda para creer en la resurrección es el vital papel de las mujeres en el avistamiento de Jesús. En Corintios, se habla únicamente de testigos hombres. Esto, porque ya en los inicios de la década de los cincuenta se había censurado abiertamente la presencia de mujeres en la versión oficial, pues, en esa época, las mujeres no eran consideradas testigos. Sin embargo, en los cuatro libros bíblicos ya mencionados, aparece María Magdalena (como testigo principal) y las demás Marías, según nos cuenta Wright.

Dado lo anterior, podemos comprender que, si fuera una historia creada por Marcos, Juan, Mateo y Lucas, no colocarían a las mujeres como testigos. Sería, tal cual dice Wright, “un disparo en el pie”. Esto nos muestra, de cierta manera, que no hubo necesidad ni rastros de haber diseñado una historia.

La fe en nuestras manos

Presentados estos argumentos, uno, racionalmente, podría avalarlos, pues son totalmente creíbles y lógicos. Personalmente, si no se tratara de algo tan humanamente impensable como la resurrección, creería de lleno en lo que se expusiese. Sin embargo, aún reside en mí cierto escepticismo. No obstante, no puedo evitar querer creer, por lo que no estoy cerrada a la posibilidad de que, en efecto, haya sucedido.

Estas pruebas alimentan mi necesidad de creer en algo racional y aunar la razón con la fe; en este caso, en el sentido de comprender a través nuestros medios lo que representa Dios. Empero, sé que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, como se dice en Hebreos 11:1. Para amar a Dios, es necesaria la fe. Esto, a mi parecer, porque no espero comprender la lógica de la Creación, siendo esta obra de un ser excelso y Superior, en los términos humanos. Lo anterior muy alejado, por supuesto, de cualquier vestigio de ignorancia o mediocridad. Comprendiendo también la estrecha relación que existe entre el libre albedrío y el creer.

Dios encarnado y su revelación

Ahora bien, en cuanto a la revelación, Wright es bastante directo y sucinto, pero yo lo seré aún más. Plantea, sustancialmente, que la quintaesencia de Dios se vio perfectamente reflejada en Jesús. Nos habla de que Jesús encarnó en su más pura forma el Logos del que se habla en el Evangelio según Juan.

Una de sus razones para sostener lo anterior es que Jesús, según cree, estaba convencido de que él estaba llamado a personificar el retorno de Yahvé a Sión, y apostó su vida por ello. Además, se comportó como si él fuera el Templo (de Jerusalén). Lo dicho, porque es él quien perdona los pecados, cuando se suponía que esto se lograba mediante la presentación de sacrificios ante el Templo.

En síntesis, lo que se entiende de los argumentos expuestos en el libro es que, Jesús, en su condición de persona, encarnó a Dios y siguió su vocación, a lo que había sido llamado, sin pensarlo dos veces e incluso dando su vida por ello. Si a esto le sumamos el hecho de la resurrección, puede entonces verse como avalado o comprobado su calidad de segunda figura en la Trinidad.

¿Es suficiente?

Luego de todos estos argumentos, cabe preguntarse: ¿es suficiente todo esto para creer en la resurrección y la revelación? A mi parecer, tiene argumentos bastante sólidos en cuanto a la resurrección, pero, respecto de la revelación, hay algunos débiles o que, más bien, podrían aportarse otros más creíbles que aquellos.

A lo largo de la redacción de este texto, debo admitir que me he convencido un poco más sobre la resurrección, pues si defendí en un artículo la existencia de lo suprafísico (Razón y apología de lo suprafísico: una forma de creer), no puedo renegar de la posibilidad de un hecho como ese.

Los datos e indicios aportados sobre la resurrección son lógicos, desde mi punto de vista, y conducen a la conclusión de que, a pesar de ser algo humanamente imposible, fue plausible para Jesús, el Hijo de Dios.

En cuanto a la revelación, por la misma apología de lo suprafísico, puedo creer en ella. Ya lo hacía antes de aceptar en mí alguna pizca de convicción por la resurrección, pues es el meollo del cristianismo. Esto, porque no solo Jesús encarna a Dios según el Antiguo Testamento, cualquier persona pudo haberse dado la tarea de intentar personificar a Dios para conseguir seguidores; un falso profeta. Sino que, también, Jesús hizo milagros de los que no hay explicación hasta hoy. Hay pruebas de aquello, pruebas historiográficas con el mismo formato de las pruebas de Wright. En este sentido y tratando de alinearme con el obispo, realmente encarnó a Dios, hasta en el sentido suprafísico.

Espero haber picado un poco en la curiosidad e inquietudes de ustedes, lectores, con estos argumentos, y aprovecho para recomendar fervientemente el libro de Antony Flew, “Dios Existe”, que puedo afirmar cambió mi vida.  

La entrada Más allá de las dudas: explorando los misterios de la fe y la razón cristianas se publicó primero en Lucy Fariña Matheus.

]]>
https://lucyfarinamatheus.com/fe-razon-cristianismo/feed/ 0
Razón y apología de lo suprafísico: una forma de creer https://lucyfarinamatheus.com/razon-y-apologia-de-lo-suprafisico-una-forma-de-creer/ https://lucyfarinamatheus.com/razon-y-apologia-de-lo-suprafisico-una-forma-de-creer/#respond Sun, 21 Jan 2024 00:20:54 +0000 https://lucyfarinamatheus.com/?p=3547 Después de una travesía de creencias, examino la noción "suprafísica" inspirada por N.T. Wright y Antony Flew. Abordo la complejidad de la vida, la conciencia, y la imposibilidad estadística de la abiogénesis. Exploro la convergencia entre fe, razón y ciencia.

La entrada Razón y apología de lo suprafísico: una forma de creer se publicó primero en Lucy Fariña Matheus.

]]>
Posterior a mi travesía a través de las distintas formas de creencia en algo Superior (pueden leerla en el Papel Literario, en su edición de Semana Santa 2024, bajo el título de “De la fe a la razón y de vuelta a Dios”), acepté el inicio de otro viaje hacia la creencia en lo suprafísico, en el sentido que lo menciona N. T. Wright, obispo de Durham, en el libro “Dios Existe” de Antony Flew, en el que me he apoyado tanto para comenzar a creer. De esta manera, les presento mi defensa de la razón y apología de lo suprafísico.

El tenor de mi referencia a lo suprafísico apunta a la existencia de un Creador que va más allá de las leyes de la física y naturales. Aún me queda mucho escepticismo arraigado de mi etapa atea, en el que estoy trabajando, pues siento una necesidad de creer, una muy fuerte, que va en contra de todo pragmatismo que pueda quedar en mí. Es una gran lucha que se asemeja a la metáfora de los lobos: ¿cuál alimentas? Aquel que alimentas es el que te domina.

Antony nos dice en el libro que Dios, entendido como un ser suprafísico, es un concepto cercano a lo ininteligible para nosotros y que, en consecuencia, su Creación, su amor y sus ideas no pueden ser comprendidas en nuestros términos.

En el libro -al cual me referiré en numerosas ocasiones en este texto, pues es la base de mi regreso al cristianismo y, además, expone razones racionales y metafísicas que avalan la existencia de un Dios- se afirma, en palabras simples, que todo está perfectamente confeccionado en el universo como, sobre todo, nuestra existencia, contra todo pronóstico, pues nacimos de materia inerte, cosa que es impensable, por lo que debe existir una mente Superior e inteligente.

N. T. Wright plantea un tropo donde habla sobre la posibilidad de que un objeto inanimado, como lo es una mesa de mármol, en algún punto de la vida, se convierta en un ser viviente y consciente; cosa que es científicamente imposible para nosotros ahora mismo.

Dios, un ser Inteligente

El argumento de la inteligencia lo plantean Wright y Flew, alegando que, como existen lenguajes, tanto matemáticos como el natural, y la capacidad de intelección, además de las leyes físicas y de la naturaleza, esto debe ser creado también por un personaje lúcido e inteligente de igual manera, al ser tan complejos y perfectos.

El hecho de pensar que todo esto surgió de la nada, es más absurdo que asumir que surgió de “alguien”, si es que se le puede llamar así a un ente excelso. El hecho del nacimiento de la vida a pesar de la minúscula probabilidad de la abiogénesis (nacimiento de materia orgánica a partir de materia inorgánica) fue, literalmente, un milagro.

Hay quienes afirman que esta probabilidad es alta (más adelante hablaremos sobre el teorema del mono infinito) debido al gran dinamismo que había en la Tierra primitiva, como Stanley Miller, quien realizó experimentos en la década de 1950 que demostraron que se pueden formar moléculas orgánicas a partir de materia inorgánica, aunque no reprodujo acertadamente las condiciones de la Tierra primitiva. Tampoco demostró la capacidad de crear formas de vida complejas como proteínas o ADN.

Así, la teoría abiertamente aceptada en la biología moderna es la de la biogénesis, que consiste en que los organismos vivos solo pueden proceder de otros organismos vivos.

De hecho, el estudio realizado por Louis Pasteur en 1860 prevalece científicamente por sobre el estudio de Miller, en donde se demostró que la vida no puede surgir espontáneamente de la materia inerte. Pasteur demostró que, si un recipiente cerrado se esterilizaba, no se desarrollaría vida, incluso si se exponía a materiales orgánicos. Sin embargo, si el recipiente no se esterilizaba, la vida se desarrollaría rápidamente (biogénesis).

Aun si Miller tuviera razón, aunque ha sido incalculable hasta ahora la probabilidad de la existencia de la vida como generación espontánea, no quita ni desmiente de ninguna manera la perfección con la que está confeccionada la vida. Añadido a eso, no explica la conciencia humana.

La conciencia, el gran misterio suprafísico

La conciencia humana es un misterio para todos aún. No hay explicaciones físicas ni neurológicas fehacientes -a pesar de que se han llevado a cabo numerosos estudios que afirman que la conciencia es un fenómeno físico- que puedan sostener la idea de que esto sucede meramente por interacciones neuronales o cuánticas.

Existe un estudio realizado por Roger Penrose y Stuart Hameroff, publicado en 1994, donde plantean, en pocas palabras, que los microtúbulos del cerebro pueden ejecutar funciones de ordenadores cuánticos (son tipos de ordenadores que, en lugar de trabajar con un código binario, trabajan con gamas infinitas de valores, por lo que son mucho más poderosos que los computadores comunes), los cuales producirían la conciencia. Esta hipótesis aún no ha sido comprobada empíricamente, pero, al parecer, es la más prometedora. Sin embargo, y por más que puedan infundir escepticismo en las personas por su aparente racionalidad, volvemos al mismo punto: es perfecta la configuración de la vida.

Roy A. Varghese, otro colaborador del libro, habla sobre la idea del yo. Nos dice que el yo es también una idea suprafísica y argumenta que esa idea, similar a la idea del alma, no habita en una célula, puesto que nuestras células se van renovando, sin embargo, nosotros siempre seremos los mismos. Aquí podría confundirse el yo con la conciencia, pero él lo plantea como cosas distintas, siendo la conciencia una cualidad que se subsume en el yo. Este último es la conjunción de la conciencia con las experiencias y los sentires. Sostiene también que “no podemos analizar el yo, porque no es un estado mental que pueda ser observado o descrito”.

En ese sentido, concuerdo con él. El yo es un concepto abstracto, somos entes abstractos en la dimensión de la realidad dotados de autopercepción. Esta es una cualidad inmaterial e intangible que nos provee identidad, otro concepto que carece de explicación física. A mi parecer, hay que aceptar, sin caer en la mediocridad o ignorancia, que hay conceptos y elementos que van más allá de nuestro alcance intelectual.

El teorema del “mono infinito”— un absurdo

Ahora sí, explicaré el teorema del mono infinito y por qué plantea un cálculo que sostiene la imposibilidad de la generación espontánea: esta proposición argumenta que, si le das a un mono un computador, este podrá, en algún momento, escribir un texto lógico e inteligible. Incluso han planteado que podría escribir alguna obra de Shakespeare. Gerard Schroeder, un científico israelí, quiso poner a prueba este planteamiento e hizo lo siguiente:

Tomó un soneto de Shakespeare (¿Shall I compare thee to a summer’s day?) y contó el número de letras que tenía: 488. Se preguntó: ¿cuál es la probabilidad de obtener 488 letras en la secuencia correcta escribiendo al azar? Para averiguarlo, multiplicó la cantidad de letras que existen en el abecedario anglosajón (26) por sí mismo 488 veces. Esto dio resultado 10 elevado a la 690 potencia. A continuación, multiplicó el número de partículas del universo (protones, electrones y neutrones), que es 10 elevado a la 80 potencia, lo que sería igual a escribir 1 seguido de 80 ceros. En cambio, 10 elevado a la 690 es un 1 seguido de 690 ceros. Nos quedamos cortos por 10 elevado a la 600.

¿Qué quiere decir lo anterior? Que el universo completo no da abasto para agotar los intentos que tomaría a los monos escribir dicho soneto (y este experimento se puede hacer con cualquier otra obra, pero es un intento fútil demostrado por el estudio que explicaré a continuación).

El libro nos cuenta que el British National Council of Arts realizó un experimento para comprobar esta teoría. Introdujeron un computador en una jaula con seis monos. Estos monos tuvieron a su disposición el computador durante un mes y, aun así, no lograron escribir siquiera las palabras más cortas del inglés, como a o I, para las cuales se necesitaba escribirlas con dos espacios en blanco. Tomando en cuenta el número de teclas de un computador anglosajón (30, dadas las 26 letras más algunos símbolos), la probabilidad de conseguir una palabra de una sola letra es de una en 27.000.

Lo complejo y perfecto

Dichos cálculos se pueden tomar como argumento en contra de la abiogénesis o generación espontánea, entendiendo que la creación de algo perfecto y lógico al azar es simplemente “casi” imposible. Se ve también en el ADN, otro argumento de Flew, en el que expone:

Lo que creo que ha conseguido hacer el ADN es mostrar, por medio de la casi increíble complejidad de las estructuras que son necesarias para producir vida, que alguna inteligencia ha debido participar en el ensamblamiento de esos elementos extraordinariamente diversos. Lo que asombra es la enorme complejidad del número de elementos y la enorme sutileza de las formas en que cooperan. La probabilidad de que todos esos elementos hayan podido encontrarse por casualidad en el momento adecuado es simplemente minúscula. La enorme complejidad de los caminos por los que fueron conseguidos los resultados es lo que me parece producto de la inteligencia.

Así, podemos ser testigos de argumentos que no solo abarcan la fe, la mera fe, sino que alcanzan incluso la ciencia, además de la metafísica. Esta es una de las tantas maneras de comprobar que tanto la fe como la razón, la filosofía y la ciencia, no son incompatibles ni excluyentes, si bien es cierto que la ciencia se puede quedar corta en materias que la metafísica puede completar.

De esta manera me despido, esperando que mis palabras puedan llegar a la mayor cantidad de personas y, aunque sea, plantarles la semilla de la inquietud por la búsqueda de la Verdad. Les dejo una cita:

“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. – Eclesiastés 3:11.

La entrada Razón y apología de lo suprafísico: una forma de creer se publicó primero en Lucy Fariña Matheus.

]]>
https://lucyfarinamatheus.com/razon-y-apologia-de-lo-suprafisico-una-forma-de-creer/feed/ 0