Sísifo y el absurdo: un ejemplo de resiliencia y libertad
El mito de Sísifo es un mito griego bastante interesante si se le mira desde una perspectiva más profunda de la que se presenta a simple vista. Explicado de manera muy sucinta, Sísifo fue castigado por los dioses dada su astucia y engaño, y su castigo eterno consiste en empujar una piedra cuesta arriba hasta la cima de una montaña, solo para verla rodar hacia abajo una y otra vez. Sísifo es un ejemplo de lo que hoy conocemos como resiliencia y libertad.
Este mito fue examinado y analizado por distintos personajes a lo largo de la historia, sin embargo, el análisis más famoso es el que realizó Albert Camus, filósofo argelino. Él nos presenta la idea de que Sísifo, en su tarea infinita, encarna la libertad y, además, dice: “uno debe asumir que Sísifo es feliz”. Se basa en la filosofía del absurdo, que tanto argumentó a lo largo de su vida.
El absurdo
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿cómo es posible ser feliz al ser condenado a una tarea tan fútil por el resto de la eternidad? La respuesta tan perspicaz que nos ofrece es que, Sísifo, al hacer suya la tarea de subir la roca cuesta arriba y verla caer al llegar a la cima, está ejerciendo lo que él plantea como una rebelión contra el absurdo, lejos de la resignación y aceptación radical. Esto se logra mediante la dotación de sentido propio al absurdo de la vida.
Nos planteamos entonces tres preguntas: ¿qué es el absurdo?, ¿a qué se refiere con hacer suyo el castigo? Y ¿por qué habría que asumir que Sísifo es feliz en tan inútil situación? Al responder estos cuestionamientos, estaríamos dándole sentido al absurdo, precisamente.
El absurdo al que se refiere Camus se desprende de una filosofía existencialista, y se puede explicar en palabras simples: es la contrariedad que existe entre la búsqueda de sentido de la vida y la indiferencia del universo ante aquello. Planteado esto, él nos propone darle un sentido propio para rebelarnos contra este vacío existencial.
La vida consiste en la búsqueda de sentido propio mediante la lucha contra el absurdo y la aceptación del sufrimiento como parte esencial de ella. De esta manera, nos concedemos la libertad. Se puede relacionar con la famosa frase: “no escogemos las cartas que nos son dadas, pero sí elegimos cómo jugarlas”. Así, somos libres de obrar a pesar de las circunstancias, alejados de la preocupación de escondernos de las adversidades, y con ímpetu para rebelarnos contra ellas.
Ahora, el “hacer suya” la tarea tiene todo que ver con lo explicado anteriormente. Se refiere a adaptarse con resiliencia a las condiciones establecidas y dotarla (la tarea) de un sentido personal. De tal modo, se puede asumir que Sísifo es feliz, pues habría encontrado una significación personal en su imposición. Además, hay que destacar lo que resalta Camus en su libro “El mito de Sísifo”: la felicidad se encuentra en el esfuerzo, en la lucha, y no en el resultado. Entonces, Sísifo estaría contento con el solo hecho de empujar la piedra por la pendiente.
Hacer nuestras las adversidades
Esta filosofía del absurdo y el mito de Sísifo son planteamientos que resultan increíblemente apaciguadores y reconfortantes en medio del caos que caracteriza a la vida. Nuestra vida es, constantemente, una reproducción de la labor de subir la roca y verla caer. Lo vemos en los fracasos (de los cuales se aprende, por ende, nunca fallamos) y en las tareas que desarrollamos diariamente, para, al día siguiente, hacer más. Estas situaciones serían increíblemente deprimentes si no tuviésemos un sentido personal.
Las adversidades podrían suponer un gran desincentivo para nosotros, pero, al encontrar ese sentido propio, les encontramos también propósito a ellas. Camus exponía que el sufrimiento es parte esencial de la vida, y, al aceptarlo como tal, podemos ejercer la libertad. Dejamos de tratar de evitar lo inevitable (el sufrimiento) y podemos elegir vivir y responder a ello de la forma en que consideremos.
Albert dijo: “La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de rebelión”. No debemos dejarnos vencer por las adversidades, por aquella piedra que hay que empujar incansablemente, sino rebelarnos contra ellas y hacerlas nuestras.